Nimeño II: "Tanto luchar para nada"
Las primeras palabras de Nimeño II en la enfermería, cuando le bajaron de la mesa de operaciones y se enteró de que el injerto que llevaba en el brazo izquierdo había sido arrancado, fueron de rabia: "Tanto luchar para nada. Meses de dolorosa recuperación perdidos en un instante. Qué mala suerte la mía".La precipitación con que fue llevado a la enfermería, con muy mal aspecto y el conocimiento perdido, hizo que su mozo de espadas, Federico Canalejas, tropezara y sufriera fractura de la muñeca derecha. Los rostros del hemano del diestro, Alain -Nimeño I- y e su a terno ominique Vaché reflejaban una fuerte preocupación que fue disipándose al saberse el auténtico alcance del percance del torero.
También el desánimo de Nimeño Il iba desapareciendo poco a poco mientras explicaba que se le fue el pie en la raya de picadores y el toro aprovechó para voltearle y pisarle. "Lo peor", señalaba, "es que me había ganado al público con mi actuación en mi primer enemigo y, aunque la corrida era muy mala, al que me derribó podía haberle sacado unos cuantos naturales".
Cuando fue informado de la lesión de Canalejas pegó un brinco, tiró el pitillo, y corrió a una sala aneja a interesarse por su estado. El diestro salió para Francia a última hora de la noche pues quería estar lo antes posibles en Nimes para que vuelvan a injertarle en su codo izquierdo los 15 centímetros de piel perdidos. Su decepción aumentó de nuevo al escuchar de los médicos que será muy difícil que pueda participar el domingo en la feria de su ciudad. Las quejas sobre la mala suerte y la lucha en balde volvieron a sus labios.
El parte médico indica que el francés sufre contusiones en cuello y en brazo izquierdo, con arrancamiento de injerto, de pronóstico reservado. Además de Canalejas, cinco personas fueron atendidas en la enfermería: dos empleados de la plaza, uno de ellos con esguince de tobillo y otro con vómitos y mareos, y un espectador con crisis asmática.
Pablo Romero, decepcionado
Jaime de Pablo Romero se mostraba decepcionado por el mal juego de sus toros y confesaba al término del festejo que tenía ilusiones en conmemorar el centenario de su divisa de mejor forma. "Mi ganadería atravesa un momento desigual", decía, "y es una pena que hayan salido en Las Ventas los malos toros. Habrá que seguir intentando levantarla".
Ruiz Miguel valoraba su ac,tuación de forma positiva: "He triunfado ante unos toros muy dificiles, porque si los de Pablo Romero salieron peligrosos, los de Puerto de San Lorenzo eran mulos con unos descomunales cuernos". El diestro, al que acompañaba en el hotel Victorino Martín, confiaba en que la afición valoraría también así sus faenas.
José Antonio Carretero señalaba que estuvo por encima de sus dos enemigos y mostraba por ello su satisfacción: "Lo único que cabía era ponerse delante y aguantar tarascadas". Al espada le había defraudado más el sobrero de Pasquau, que el Pablo Romero.
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