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Negro futuro para un consorcio forzado

Carlos Yárnoz

Han pasado ya tres semanas desde que CASA y Ceselsa suscribieron un compromiso forzado por el Ministerio de Defensa para que ambas empresas, competidoras en el programa de modernización de los Mirage 3, formaran un consorcio y realizaran el trabajo, repartiéndose los 21.300 millones de pesetas que invertirá el departamento. Hoy, el consorcio aún no se ha constituido y las dos empresas se intercambian duras críticas en las que puede intuirse un negro futuro para la operación.CASA había presentado sus ofertas en colaboración con Marcel Dassault, la empresa francesa fabricante de los aparatos, y Ceselsa había cooperado con Israel Aircraft Industries, con experiencia internacional en la modernización de Mirage. En la planificación del programa, Ceselsa amplió muy notablemente su porcentaje de aportación tecnológica, hasta el punto de que la participación de Israel se redujo al mínimo.

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Defensa eligió una de las ofertas presentadas por Ceselsa para materializar el programa de modernización y concedió a esta empresa la realización de trabajos que supongan al menos el 60% de la inversión prevista. Al tratarse de una oferta o fórmula desarrollada por Ceselsa, CASA entró con calzador en la operación.Defensa optó por esta fórmula para que ninguna de las dos firmas españolas se quedaran sin participar en el programa, porque, además, son complementarias en el ese terreno, ya que CASA podía hacer los trabajos de estructura (Ceselsa no) y Ceselsa los de electrónica (CASA no).

Sin embargo, fue CASA la que, antes de firmar el compromiso exigido por Defensa, impuso alguna modificación a la fórmula elegida. CASA no ha querido explicar cuál fue esa imposición, pero Ceselsa dice ahora que el programa ya no es el mismo que aceptó, y CASA se lanza a decir que la fórmula puede acarrear daños para sus mercados árabes, por lo que hay que buscar otra.

A la vista de estos desencuentros, parece difícil que ambas firmas puedan ponerse de acuerdo en nombrar un equipo directivo conjunto para el programa. Además, no parece adecuado que el Gobierno arriesgue 21.300 millones y los ponga en manos de un consorcio cuya eficacia está en entredicho antes de establecerse.

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El contrato es importante para ambas empresas, y sobre todo para Ceselsa. Esta firma no oculta que participar en el proyecto le permitirá dar un paso estratégico en el desarrollo tecnológico de la compañía: acceder al sector de la aviónica, después de haber sido capaz, por ejemplo, de desarrollar para los F-18 y para los Harrier de despegue vertical.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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