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Reportaje:

La venganza del 'clan Ochoa'

"El tremendo crecimiento del tráfico de cocaína en España, en los tres últimos años, huele a venganza del clan Ochoa". La confidencia corresponde a un pequeño traficante latinoamericano, actualmente en libertad provisional tras dos años de cárcel, que coincidió con Jorge Luis Ochoa, a finales de 1984, en la prisión de Carabanchel.Jorge Luis y Gilberto Rodríguez Orejuela, según este testimonio, se mostraron indignados en Carabanchel, ante un improvisado auditorio formado por sus compatriotas, por lo que calificaban como una "detención vergonzosa". "Las autoridades españolas saben perfectamente que no hemos metido aquí ni un gramo de coca", repetían una y otra vez. "Aquí vinimos a gastarnos el dinero, a invertir y crear puestos de trabajo. ¡Hijos de puta!".

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Durante su paso por las cárceles y penales de Carabanchel, Alcalá-Meco y El Puerto de Santa María (Cádiz), Ochoa y Rodríguez Orejuela repartieron millones de pesetas a varios reclusos colombianos. "Pagaban fianzas y ayudaban a aquellos que carecían de medios económicos para dar de comer a sus familias", asegura el ex compañero de cárcel de Ochoa.

Jorge Luis Ochoa logró ser extraditado a Colombia (donde pronto quedó en libertad) y no a Estados Unidos, en un largo y accidentado proceso legal en el que se produjo, incluso, algún cambio de voto por parte de algún juez. Uno de los letrados españoles de este narcotraficante justifica ahora su actuación: "Para los abogados españoles, la amenaza de encerrar a Ochoa 30 años por un delito de narcotráfico si se le extraditaba a EE UU, cuando en España un acusado del mismo crimen no está encarcelado ni la sexta parte de ese tiempo, no parecía guardar proporción con nada. Un etarra asesino puede llegar a recibir una sentencia de 30 años; en la práctica, sin embargo, no pasa más de 15 años. Desde el punto de vista jurídico español, cuyo régimen acoge la tesis de que el reo debe estar cerca de su familia y entre personas de su misma nacionalidad, lo que se estaba haciendo con Ochoa era injusto. Este hombre tímido y simpático jamás despertó en mí ningún temor. A mí me cuesta trabajo pensar que ha estado involucrado en delitos de sangre".

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