El deshonesto tercio de varas
Al quinto de la tarde lo masacraron en varas. Toda la ira del varilarguero, unida al desconocimiento total de su oficio, motivó un tercio, éste de varas, que más parecía película de terror. Los puyazos malintencionados del matarife de turno alcanzaban partes vitales que llaman tipo zootécnico de la res y desde ojales hasta rasgones caían desde los brazuelos hasta mitad del espinazo. Aquello era una carnicería chabacana y una vez más quedaba expuesta a todas luces la devaluada suerte de varas.Cualquiera, por lo que se ve, puede disfrazarse con castoreño, subirse al jamelgo y actuar en la primera plaza de Cataluña. Cuanto pase, en el peor de los casos, conllevará una ridícula multa, que no paliará en absoluto el deplorable espectáculo que, como ayer, presenció la afición barcelonesa, abochornada. No hacía falta asesinar a los novillos. No era menester pulverizarlos en el peto porque de por sí se mostraban ya suaves de manos y no era exagerada la protesta del tendido cinco cuando sobrado de razón pedía la devolución. La presidencia accedió a un cambio tan sólo y la afición se sintió perjudicada.
Charro / Galán, Pérez, Blázquez
Cinco novillos de Vicente Charro y uno de Villalba, terciados de presencia, flejos, alguno inválido y primero y segundo ásperos. Juan Pedro Galán: silencio; palmas y saludos. César Pérez: palmas; ovación y salida al tercio. Víctor Manuel Blázquez: fuerte ovación y salida al tercio; vuelta por su cuenta.Plaza Monumental, 1 de mayo
Más perjudicados debieron sentirse los toreros de ayer porque ante la blandura, difícilmente pueden armar el taco. Presentaba esta empresa al joven Juan Pedro Galán que publicitado como niño precoz del toreo tuvo que exibrse a países suramericanos en donde demostrar que su docta sabiduría sobrepasaba con creces sus años de existencia. Por esos ruedos cosechó triunfos y ayer en Barcelona, indiferencia. Ante su primero esmirriado y áspero estuvo descolocado y sin sentido de las distancias. A su segundo veroniqueó retorcido, llevó al novillo al peto y lo metió debajo; una vez inválida la res sirvió para que con ella ofreciera desplante ante la indiferencia general.
César Pérez topó con el incómodo peligroso segundo que probaba y lanzaba certero el gañafón. Abrevió con el Villalba y justificó su valor con una voltereta y un puntazo en la ingle de cuatro centímetros. Con el masacrado quinto desgrané, entre varios, dos derechazos de gran calidad que elevaban a la categoría de pastueña la buena condición de la res, de no haber sido asesinada por el picador. Demostró nuevamente las buenas formas de torear al natural adelantando la franela para traerse impecablemente toreado al novillo. Un be llo trincherazo y un redondo avalan el interés que este novillero puede tener para el aficionado.
Repetía también la empresa a Víctor Manuel Blázquez, cosa que hará de nuevo el próximo domingo sin que estén medianadamente claras las circunstancias que motivan tan insólito suceso El destoreo que ejerce este novi llero cuando está en el ruedo viene a ser una amalgama entre el peor tremendismo que encumbrara a Chamaco, el Cordobés y Soro, todos juntos. Algo hizo ayer dentro de la normalidad y fue banderillear a su segundo pobre balance, pues, para un torero tan apoyado por ésta, que lo es, importante empresa.
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