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Entre Vietnam y Tailandia

Andrés Ortega

A los laosianos no les gusta hablar de la presencia vietnamita. Por una parte porque no quieren problemas, y por otra porque tienen un orgullo nacional y les disgusta que los tomen por una provincia de Vietnam.Entre 30.000 y 50.000 soldados vietnamitas están en Laos, según algunas fuentes. "Están aquí para ayudarnos frente a la amenaza china", dice un funcionario, y añade: "Si las relaciones con China se normalizan, quizá ya no sean tan necesanos".

De hecho, las relaciones con Pekín, interrumpidas a raíz de la crisis de Camboya, podrían mejorar. Los laosianos lamentan que por Camboya tuvieron por primera vez que elegir entre Vietnam y China.

Laos también ha incrementado sus contactos con los soviéticos, de los que hay entre 4.000 y 5.000 en el país, según fuentes diplomáticas de Vientiane. Entre otros regalos, los soviéticos construirán un circo en Vientiane. El proyecto original ruso ha tenido que ser modificado, sin embargo, para incorporar elementos arquitectónicos más laosianos.

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El país de las apariencias

La mayor parte de las ¡mportaciones y exportaciones pasan por Tailandia, que limita la venta a Laos de lo que llama productos estratégicos, cuya definición varía según la situación o la tensión entre ambos países pero que puede incluir las medicinas, las bicicletas o el azúcar.

La televisión laosiana emite algunas horas al día. Casi nadie la ve, pues casi todo el mundo prefiere el canal de la televisión tailandesa, contra el cual tiene que luchar el Gobierno. Es tal la influencia de la televisión tailandesa -que muestra a un país en el camino del desarrollo frente a otro estancado- que, cuando los recientes enfrentamientos armados en el norte del país, los dirigentes de Laos se encontraron con que su opinión pública se había formado a la luz de los informativos tailandeses. Y, pobres y ricos, en cada casa de VIenti ane hay un televisor, pasatiempo favorito para las aburridas noches en una sola habitación donde conviven tres generaciones. Los sábados hay, sin embargo, la posibilidad de ir a discotecas y bailar al ritmo de la música occidental de los años setenta, mezclado con el lam vong, la dariza del amor tradicional y de gestos lentos.

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