_
_
_
_

Polémica sobre la autenticidad de los tronos griegos de Roma y Boston

Juan Arias

La llaman ya la guerra de los tronos. Se refieren a la polémica en curso sobre la veracidad o falsedad de las célebres obras de arte griego El trono de Ludovisi, conservado en el Museo Nacional de Roma, y El trono de Boston, muy parecido al primero, que se conserva en el Museo de Boston y se ha pensado siempre que pertenece también al siglo V antes de Cristo.

Si días atrás el famoso crítico de arte Federico Zeri había lanzado la acusación, a través de la televisión, de que El trono de Ludovisi conservado en Roma es falso y que pronto saldrá un libro con las pruebas, ahora ha sido la arqueóloga, no menos famosa que Zeri, Margherita Guarducci quien acaba de publicar en el Bolletino d'Arte, editado por el Poligráfico del Estado, un artículo de 14 folios con el que intenta demostrar, pruebas en la mano, que el verdaderamente falso es El trono de Boston, mientras que el romano de Ludovisi es el auténtico.En este punto, no pocos, como hizo ayer Viviano Domenici en el diario italiano Il Corriere della Sera, se preguntan cómo se explica que Zeri, en vísperas de esta publicación importante, se hubiese precipitado con la resonancia de la televisión a declarar que es falsa la obra conservada en este país. Y la sospecha es que haya podido ser "manipulado" de algún modo por los americanos.

Zeri responde, sin embargo, que la falsedad de la obra del Museo Nacional de Roma la había anunciado varias veces en la prensa escrita" sin que hubiese tenido resonancia, y que sólo cuando ha hablado a través de la pequeña pantalla se ha armado el revuelo. Y añade que precisamente había sido siempre él quien había ya denunciado hace años que "también" la obra conservada en el Museo de Boston era falsa.

Frustración americana

Según la arqueóloga italiana, que ahora presenta las pruebas contra la autenticidad de la obra americana, la obra de Boston fue creada hacia 1893 para satisfacer la frustración de los americanos, que no habían podido adquirir las obras de la colección Ludovisi. Comprobada tal insatisfacción, los falsíficadores se dieron prisa en fabricar la obra que apareció en la tienda de antignedades de Jandolo, en Vía Margutta de Roma.Aparecen entonces en la escena cuatro personajes: Friedric Hauser, Paul Hartwig y los inseparables Wolfgang Helbig y Francesco Martinetti, estos últimos famosos animadores del mercado de falsificaciones arqueológicas, entre ellos la celebre Fibula prenestina, cuya falsedad descubrió precisamente la arqueóloga Guarducci, que ahora publica las pruebas contra El trono de Boston. Según ella, el 1 de octubre de 1894 Martinetti compró el trono por 27.000 liras, que hoy corresponderían a 10 millones de pesetas. Dos días después, la obra fue ofrecida a Carl Jacobson, propietario de un museo de Copenhague. Pero el negocio no prosperó, y a primeros de 1895 la obra fue ofrecida al Museo de Boston. Los americanos se precipitan en Roma para ver la obra. Tienen aún esperanzas de llevarse El trono de Ludovisi. Las negociaciones duran meses. Mientras tanto muere Martinetti y le sucede su hermano Ángel. Por fin, el 26 de enero de 1896 se firma la venta: 165.000 ¡iras, unos 64 millones de pesetas de hoy.

En ese precio están incluidas 30.000 ¡iras de soborno para corromper a un aduanero italiano. En el contrato figuraba una cláusula: que la obra debía permanecer durante algún tiempo escon dida. La obra falsa viajó a Gran Bretaña, donde fue escondida en un castillo propiedad de uno de los emisarios del Museo de Boston. Allí permaneció 12 años y fue limpiada a fondo, y por fin en 1908 desembarca en el Museo de Boston, donde el año siguiente fue expuesta al público y donde desde entonces ha sido admirada por millones de personas como si se tratase de una obra griega del siglo V antes de Cristo.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_