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Una fotógrafa italiana ve un rostro esculpido en el Cristo de Cellini de El Escorial

El diario 'La Repubblica' publicó ayer las fotografías del supuesto descubrimiento

Juan Arias

En el pecho del famoso Cristo de Benvenuto Cellini del monasterio de El Escorial, esculpido en mármol de Carrara en 1562, hay una máscara dejada allí por el artista, que podría ser o su autorretrato o un rostro burlesco. Lo publicó ayer el suplemento en color del diario italiano La Repubblica. Quien sostiene esta tesis es la fotógrafa de origen argentino Manuela Fabri, gran profesional que ha firmado las portadas de los mayores semanarios italianos, como Panorama, L'Espresso, L`Europeo, Oggi, etcétera.

"Antes de entregar mis fotos a La Reppublica, que las publica en exclusiva para Italia, quise que las viera uno, de los mayores críticos de arte vivientes", Federico Zeri, quien, interrogado por el diario de Scalfari, ha respondido: 'Creo que las fotografías de Fabri son ciertamente auténticas y no retocadas, y de ellas parece ser que, justo en el costado del Cristo, aparece como una gran máscara muy curiosa".Zeri, considerado un crítico severísimo, no ha querido decir más en espera de ir a Madrid para ver personalmente el Cristo, y recuerda que precisamente en pleno 1500 los artistas se divertían en hacer estos juegos. Según Zeri, por lo que se ve en las fotografías, podría tratarse o de un "rostro que llora" o también de "un juego blasfemo de Cellini".

Hallazgo fortuito

Interrogada por EL PAÍS, la fotógrafa Manuela Fabri narra que se dio cuenta de dicha máscara de un modo puramente "fortuito". Hace mes y medio había ido a una corrida de toros cerca de Madrid: "Era mi primera corrida y fue para mí un choque tan grande que tuve que irme después del primer toro. El chófer de Fiat que me acompañaba me dijo: 'Puesto que hay tiempo, si lo desea podemos ir a ver el famoso Cristo de Cellini de El Escorial".Y añadió: "Yo no soy creyente, pero aquel Cristo me impresionó profundamente. Me quedé mucho tiempo mirándolo, y de repente me di cuenta que sobre el costado del Cristo había como una máscara, una cara. Le pregunté al chófer si la veía, y me dijo que no. Le indiqué mejor el lugar; cuando la descubrió, dijo que desde aquel momento no conseguía ver otra cosa que la máscara".

La fotógrafa no resistió a la tentación y disparó sus cámaras en blanco y negro. "No veía la hora de llegar a Roma para ver si lo que habían visto mis ojos había quedado reflejado en el celuloide, ya que a mí misma me parecía imposible que después de cuatro siglos, con los millones de personas que habían contemplado la obra, nadie se hubiese dado cuenta de aquel rostro esculpido sobre el pecho del Cristo".

Impresión psicológica

Para Fabri, de cualquier modo, el entusiasmo y el interés que sus fotos han despertado en el gran crítico Zeri son su mayor satisfacción. "Mi miedo", ha dicho la fotógrafa, "es que hubiese podido tratarse sólo de una impresión mía puramente psicológica".

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