Kuwait presiona a Argelia para que no permita la salida del avión secuestrado
Argelia estaba ayer en un callejón sin salida. Los piratas querían irse ya a arreglar sus cuentas con Kuwait en otra parte. Después de cinco días de negociaciones en el aeropuerto Huari Bumedian habían coincidido en que las autoridades del emirato no iban a ceder. Argelia, consciente del fracaso de su bienintencionado esfuerzo mediador, también quería dejarles partir. Pero el emir de Kuwait y el rey de Arabia Saudí advertían a los argelinos que si autorizaban el despegue se convertirían en cómplices de la posible carnicería.
Un cielo cubierto y la inminencia del riguroso mes del Ramadán acompañaban el cansancio y la sensación de bloqueo de todas las partes implicadas en el secuestro del Boeing 747: los siete u ocho integristas musulmanes que lo tenían, los voluntarios argelinos, la delegación enviada por Kuwait y los 200 informado res que seguían los acontecimientos. Como para subrayar la impresión de historia acabada, los argelinos desalojaron a los periodistas de la sala de honor que habían convertido en centro de Prensa. Ya sólo quedaba el césped.Era el decimotercer día de la aventura, una cifra siniestra. Como en un zoco, nadie quería dar por terminado un mercadeo de poco futuro. "No os vayáis. Vamos a hacer una última intentona", decían los argelinos a los piratas del aire. Éstos respondieron con los mensajes de dos rehenes a la torre de control: "O la liberación de los 17 presos en Kuwait, o esto va a tener un final negro".
Como habían anunciado el sábado a la Prensa, los piratas pidieron por la mañana que se les llenaran los depósitos de combustible. Pero, de acuerdo con el pacto suscrito con los argelinos, no pedían asesinar a ningún rehén para reforzar su demanda. Argelia no estaba dispuesta a dejarles ir sin obtener la liberación de algunos rehenes, que salvara algunas vidas y premiara su buena voluntad.
Se decía que los piratas podían ir a Libia. La visita del ministro argelino de Exteriores, Taleh Ibrahini, al coronel Gadafi alimentó esa posibilidad. Pero si Argelia, el mediador por excelencia en este tipo de asuntos dramáticos, no había conseguido nada, las posibilidades de Gadafi eran nulas. Varios de los piratas son shiíes libaneses, una comunidad que odia al coronel que hizo desaparecer a su líder, Musa Sadr.
La posibilidad de Beirut
Se hablaba también de Irán, donde los piratas podía liberar a los rehenes en un gesto de buena voluntad por el Ramadán. Allí harían que estallara el Boeing 747 y desaparecerían. Beirut, en principio no parecía un lugar apropiado, por la negativa de los sirios, que controlan el aeropuerto. Sin embargo, en la capital libanesa no se descartaba la posibilidad de que el avión regrese al espacio aéreo libanés, con la intención de posarse en este país, informa Ángeles Espinosa desde Beirut. Ya antes de dirigirse a Argel y mientras el aparato se encontraba inmovilizado en el aeropuerto de Larnaca (Chipre), los secuestradores proyectaron trasladarse a un aeródromo especialmente acondicionado a tal efecto en la llanura de La Bekaa. Según el diario kuwaití Al Gabas, una pista de emergencia había sido construída rápidamente en esa región del este de Líbano para poder recibir al Boeing 747 kuwaití. Esta información no ha podido ser verificada sobre el terreno por observadores occidentales debido a las peculiares condiciones en que se encuentra esa zona, feudo de los integristas islámicos.
Lo que parece más verosímil es que, una vez lograda la liberación de los rehenes, Beirut se convierta en el destino de compromiso para garantizar la inmunidad de los piratas.
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