Política y droga
Habiendo comprobado la absoluta inutilidad de las peticiones de los trabajadores del Plan Regional sobre Drogas de la Comunidad de Madrid formuladas por vía normal ante los organismos administrativos de los que dependemos y ante las centrales sindicales mayoritarias (una de las cuales ni siquiera se ha dignado concedernos audiencia ... ), denuncio públicamente que estamos siendo objeto de un trato notoriamente despectivo y vejatorio para con nuestra más elemental dignidad como personas y como trabajadores.Contratada una gran mayoría de la plantilla en junio, de 1985 mediante contrato temporal (sucesivamente renovado), en estos tres años hemos dedicado todo nuestro esfuerzo a la puesta en marcha del primer plan de atención al drogadicto de la Comunidad de Madrid.
A pesar de los reajustes -políticos- habidos en dicha Comunidad, a nadie se le oculta que el personal contratado actual sigue siendo necesario si no se quiere que los proyectos existentes se vean truncados o gravemente alterados en su normal desarrollo, cosa que ocasionaría unos costes sociales y económicos de imposible justificación.
Quiero destacar que desde hace muchos meses (y especialmente desde diciembre de 1987) se nos ha venido prometiendo innumerables veces por la Administración una siempre inminente información, definitiva (todo son rumores), acerca de lo que el organismo empleador se propone hacer para resolver el citado problema. Promesas sistemáticamente incumplidas todas ellas.
El día 14 de abril, cuando faltaban dos meses aproximadamente para que finalizase gran parte de los contratos, los responsables no han tenido a bien comunicarnos todavía la decisión concreta que piensan adoptar, de vital importancia para los trabajadores.
Denuncio también que durante este período de tiempo transcurrido el clima de incertidumbre y desinformación creado se ha venido aprovechando en contra de los trabajadores, acentuando sus diferencias corporativas y profesionales, enfrentando sus intereses y exacerbando entre ellos la rivalidad más insolidaria hasta el mutuo control y la delación.
A todo ello hay que añadir que ha habido en algunos casos una notable falta de información, de directrices y de organización en el trabajo, con lo que se ha privado a los trabajadores del conocimiento de datos imprescindibles para su realización o con mucha frecuencia se ha vaciado de contenido ese mismo trabajo para el que fueron contratados; trabajo, por cierto, cuya necesidad objetiva (problemas relacionados con la droga en Madrid ... ) no resulta difícil constatar.
En conclusión, considero que el pésimo ambiente laboral existente en el Plan de Drogas de la Comunidad de Madrid, unido a la falta de voluntad de sus responsables para resolver el problema de unos trabajadores cuyos puestos de trabajo siguen siendo socialmente necesarios, constituye un nefasto ejemplo, todo un modelo de relaciones laborales a cargo de una Administración pública que se autoproclama socialista.-
Trabajadora del Plan de Drogas.
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