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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Hermosa película

Mi vida como perro, pese a ser en su forma y su fondo una película enteramente sueca y nada estadounidense, por alguna conexión de producción está considerada en los Estados Unidos como una película propia y, por ello, aspira a dos oscar los correspondientes al mejor director y al mejor guión. En ambos capítulos lleva dentro méritos suficientes para poder lograrlos.El filme de Haliström reconstruye un relato autobiográfico, sobre una etapa de su propia infancia, de Reidar Jönsson, escrito en tonos líricos muy pronunciados, originales y bellos; y lo hace a la altura misma de esa originalidad y de esa belleza, ni un milímetro por arriba o por debajo de ellas. Tal es el equlibrio interior de este notable filme.

Mi vida como un perro

Guión y dirección: Lasse Hallaström. Basada en la novela autobiográfica de Reidar Jönsson. Fotografía: Jorgen Perason. Música: Bjorn Isfait. Producción: Skouras-Svenk Filmindustri. Suecia-EE UU, 1987. Intérpretes: Anton Glanzellus, Tomas von Bromasen, Anki Liden, Melinka Kinnaman, Kicki Rundgren, I an Carlason. Estreno en Madrid: cines Palacio de la Música y (en versión origmal subtitulada) Torre de Madrid.

La película se ve con suma facilidad, pero no por ello es un filme fácil. Lleva dentro algunos elementos graves, de peso, que reposan, apenas visibles, en el fondo del relato y que emergen a la superficie con pudor, con cadeza, sin molestar con sobrecarga a la ligereza de lo excesos y a las excelentes condiciones de los tipos, que se pegan insistentemente a la retina y siguen vivas en la memoria del espectador mucho después de que la pantalla se apaga.

Una historia de amor

Es Mi vida como un perro un de amor, propicio a caer en tópicos, en asuntos ya archisabidos. Pero nunca cae en ellos. Lo sabido, a través del impecable guión, de la delicada vibración de la puesta en escena y del conjunto de maravillosos actores que ejecutan, sobre todo los infantiles, parece completamente inédito; y el tópico sabe a hallazgo una cosa recién inventada por los autores del filme.Lo que Mi vida como un perro cuenta ya se ha contado con anterioridad otras muchas veces pero el cómo se cuenta en esta sencilla y cautivadora película sueca no tiene precedentes sobre todo en lo referente a la conjugación magistral del humor o el patetismo; de la parte dolorosa con la parte amable del filme, partes que no son en rigor tal ,pues no tienen solución de continuidad y alcanzan, en una pantalla sin fisuras, la plenitud de unidad: un infrecuente equilibrio originado en una exquisita sensibilidad. Un filme de amor hecho en estado de gracia, con celuloide impregnado de amor.

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