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Tribuna:DE LA REPRESIÓN A LA TOLERANCIA
Tribuna
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La renovación del movimiento 'gay'

Hay una inteligente frase de gran validez: "asociarse es poder". La realidad, sin embargo, es que el legado de casi 40 años de franquismo y 10 de democracia determinados por el desencanto han abocado a nuestra sociedad a una tal desestructuración y a una crisis asociativa preocupantes. El movimiento gay no ha sido una excepción; es más, el contraste entre la represión de antes y la actual tolerancia, los propios éxitos y victorias han cambiado las manifestaciones por los bares y discotecas, porque las necesidades más inmediatas de mayor libertad se vieron ya cubiertas. De ahí vienen la ruptura y crisis de las antiguas organizaciones de liberación homosexual, en no saber encontrar una nueva sintonía entre gay. El testimonialismo y el aislamiento de quienes se empecinan en un inútil discurso sobrepolitizado que no moviliza a nadie, ni transforma ya nada, parte del alejamiento de la realidad porque la vida de los gay ha cambiado en esta última década y aparecen nuevos problemas.Pienso que aquella preocupación colectiva que aunó hace años a tantos gay contra la represión hoy no se traduce en otra cosa que la suma de los problemas personales, que, vividos de forma individual, no encuentran expresión común; se ha perdido la conciencia colectiva de entonces, habrá que reconstruirla sobre nuevas bases. Las quejas por un cierto malestar en la vida cotidiana y relacional, la relativa insatisfacción que se experimenta en el circuito de locales exclusivos, la perenne discriminación social, la obligada doble vida de muchos y la amenaza. sobrevenida del SIDA, conforman todo un cúmulo vital por reselver. Dificilmente una situación c0mo ésta admite manifiestos abstractos, ni tampoco el discurso de la víctima-mártir. Habrá que pensar en un proceso que avance soluciones y ver cómo las resuelven en otros países.

Recientemente fue noticia la inauguración del mayor centro asociativo gay de Europa en Estocolmo, más de 2.000 metros cuadrados para todo tipo de reuniones, encuentros y servicios. Se trata de un marco para relaciones más personalizadas y gratificantes entre gay, que la sociedad no permite cotidianamente. En Cataluña existe un proyecto semejante de Casal que sólo llegará a ser si crece la expectativa creada, porque la pasividad y el hábito de "que lo hagan otros", es del todo estéril. Otro grupo apolítico que se ha ganado el reconocimiento de las instituciones y los medios de comunicación es Gais per la Salut (GPS). Desde editar comics y distribuir folletos, a promocionar el sexo seguro como prevención del SIDA y disfrazar de preservativos gigantes los pirulís de Barcelona durante el carnaval, se ha desarrollado una acción sanitaria de autodefensa de la que hay que felicitarse sin triunfalismo. Pues bien, lamentablemente, al contrario de otros países, quizá más afectados por el SIDA, el número de gay interesados en asociarse para colaborar directamente es bajo. Ante el SIDA oscilamos de la más irresponsable frivolidad al pánico más inútil e insolidario.

Acción cívica

Sería incompleta esta renovación del movimiento gay si no aparece una acción cívica transformadorá de la sociedad, aunque las anteriores ya lo son bastante, quizá desde una perspectiva digamos que sindical. Así, la Coordinadora d'niciatives Gay (CIG), donde se citan nuevos y antiguos miembros de la militancia gay, ha lanzado varios proyectos afortunados, desde reunir a la izquierda en tomo a la conocida campaña Estima com vulguis (Ama como quieras), hasta propuestas culturales (ciclos de cine, seminarios de estudio) y reivindicativas (exigencia de destrucción de las fichas policiales por homosexualidad del franquismo, promulgación de una ley antidiscriminatoria, etcétera). Por ejemplo, ante la redada y registro policial sin precedentes que tuvo lugar en una sauna gay de Barcelona, sin orden expresa ni motivo justificado, la CIG expresó la indignación del ambiente homosexual de la ciudad y reclamó ante la autoridad la destrucción de los datos personales intervenidos a los presentes en tal establecimiento. Ante una situación de avance de la derecha en Europa, de estancamiento demográfico, de crisis económica (que el Estado pretende aligerar cargando a espaldas de la familia revalorizada a jubilados y parados), más el tema del SIDA, requiere obligar más que nunca a la izquierda a defender los valores progresistas y la libertad sexual.

Con ocasión de las próximas elecciones al Parlamento de Cataluña, un grupo de gay no afiliados a partido político alguno han iniciado una campaña que exige una serie de premisas a incluir en los programas electorales que concurren. El grupo Vota Rosa (color del triángulo con que eran marcados los homosexuales en los campos de exterminio nazi) desea hacer valer el peso electoral homosexual, sin ningún corporativismo, tal como el movimiento gay francés propugna ante las elecciones presidenciales y tal como han conseguido los grupos gay de Nueva York y San Francisco, donde la elección del alcalde depende muy mucho de sus votos.

Que dos hombres o dos mujeres se quieran y deseen disfrutar de sus cuerpos sigue siendo un tabú social y la comidilla del vecindario, más aún en el medio rural, amén de ser un tema inexistente en la enseñanza. Pero también es cierto que en 10 años hemos abierto una gran brecha y que, como botón de muestra, en TVE hemos seguido viendo los discriminatorios chistes de mariquitas en el desaparecido Un, dos, tres, junto a excelentes películas, informes y noticias sobre la cuestión homosexual. En este sentido, y junto a algunas ciudades de Holanda y Escandinavia, estamos en el país más tolerante de Europa con la homosexualidad, pues en el resto hay un claro retroceso en materia de libertad sexual.

Este es el panorama de un movimiento gay que empieza a renovarse, bien que todos estos proyectos en curso, dirigidos fundamentalmente a mejorar la propia vida de los gay, y por ende la sociedad, sin obediencia política unos, no partidistas otros, básicamente cívicos, requieren una mayor afiliación y participación para su pleno desarrollo, porque asociarse es poder.

Jordi Petit es miembro de la Coordinadora d'Iniciatives Gay (CIG).

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