Con el 'no' por delante
El secretario norteamericano de Estado, George Shultz, parece decidido a lograr algún avance en la situación de Oriente Próximo. Tras sus reciente visita a la zona, a finales de febrero y a principios de marzo, el jefe de la diplomacia estadounidense regresará de nuevo el domingo a la zona con la intención de convencer a los dirigentes árabes e israelíes de que acepten su plan de paz. El eco de su proyecto sobre los Gobiernos de la región no le permite, sin embargo, albergar demasiadas ilusiones sobre el resultado de sus esfuerzos. Shultz viajará a Israel, Jordania, Egipto, Siria y Arabia Saudí.El propio Shultz admitía hace pocos días en Londres que el plan no satisface a ninguna de las partes implicadas pero que, no obstante, todas ellas muestran interés en que se siga trabajando por este camino. En efecto, pese a todas las objeciones, ningún Gobierno ha dado un no absoluto a la iniciativa norteamericana. Al presentar su proyecto, Shultz, que deseaba iniciar las conversaciones de paz en mayo, dio un plazo de 10 días para que los Gobiernos afectados le hicieran llegar su respuesta. Ninguno lo ha hecho hasta ahora.
El plan propone en primer lugar discusiones directas entre Israel y una delegación jordano-Palestina sobre la forma de dar una mayor autonomía de gestión a los palestinos de los territorios ocupados (Gaza y Cisjordania). El siguiente paso consistiría en la celebración de unas negociaciones sobre el estatuto israelí de estos territorios.
El primer ministro israelí, Isaac Shamir, insistió durante su reciente visita a Washington en su negativa a ceder territorio israelí a cambio de la paz. Por su parte, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) discrepa sobre la fórmula de participación a través de una delegación conjunta con Jordania.
En la segunda fase del proyecto, las dificultades no son menores. Shamir ha rechazado también sin ambigüedad la realización de una conferencia internacional en la que participarían, además de los países implicados, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: Estados Unidos, la Unión Soviética, China, el Reino Un¡ do y Francia.
El eco del anuncio de esta nueva gira de Shultz ha sido de sigual. El ministro de Exteriores egipcio, Esmat Abdelmeguid, ha expresado el deseo de su Gobierno de que el viaje "dé un impulso al proceso de paz", si bien la Prensa oficiosa de El Cairo se muestra escéptica, dada "la oposición de Shamir a que se celebre una conferencia internacional". Las autoridades sirias, por su parte, se interrogan sobre "la utilidad de estas visitas cuando no existe ninguna convergencia entre las posiciones norteamericano-israelíes y las aspiraciones del resto de los países".
"El objetivo inmediato", dice el diario oficial Al Baas, "es sacar a Israel del callejón sin salida creado por el levantamiento palestino".
Observadores políticos de la zona consideran, sin embargo, que el viaje puede estar destinado a mantener la presión sobre Israel, cuya actitud en esta cuestión empieza a poner en apuros con sus aliados árabes el Gobierno norteamericano.
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