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1.000 personas se concentran en el cementerio armenio de Moscu bajo control policial

Pilar Bonet

Alrededor de un millar de personas se concentraron ayer en las inmediaciones del cementerio armenio de Moscú, cuya entrada era rigurosamente controlada por un impresionante despliegue policial que dosificaba el acceso, al recinto impidiendo actos masivos en su interior.Medios disidentes en Moscú informaron ayer que el comité de huelga organizador de las grandes manifestaciones de Ereván el pasado febrero tomó el sábado la decisión de celebrar una manifestación y un mitin el 26 de marzo, fecha en la que acaba el plazo concedido al poder central para decidir sobre la incorporación a Armenia de la región de Nagorno-Karabaj, territorio de mayoría armenia adscrito a Azerbaiyán.

El comité está formado por una decena de personalidades del mundo científico y literario armenio entre las que están el presidente de la Academia de Ciencias de Armenia, Ambartsumian, y el director del teatro de Nagorno-Karabaj, Sarujavian Gorbachov se había entrevistado el 25 de febrero con los escritores armenios Silvia Kaputikian y Zori Balayan, quienes invitaron después a la calma.

En los últimos días habían circulado rumores sobre la división de los intelectuales armenios, entre los partidarios de reiniciar las actividades de protesta el día 26 y los partidarios de dar un mayor margen de tiempo a Moscú para estudiar el problema. Fuentes disidentes informaron que el comité ha convocado una huelga general en Armenia, que sigue cerrada a los corresponsales extranjeros, para los días 28, 29 y 30 de marzo.

En Moscú, y por cuarto domingo consecutivo, armenios residentes en la capital y procedentes de aquella república del Cáucaso acudieron al cementerio que está reservado a la comunidad religiosa de la Iglesia armenia. Esta vez, sin embargo, la policía, amparándose en "los deseos de los parientes de los muertos", impidió los mítines al aire libre entre las tumbas, que habían tenido lugar otras veces.

En la iglesia que se encuentra en el interior del cementerio, Paru Airikian, uno de los líderes del movimiento nacionalista armenio de carácter disidente, pronunció una alocución en la que solicitó "hechos y no palabras" de las autoridades centrales. Un representante del comité de barrio del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) advirtió que no se tolerarán en adelante más reuniones en el cementerio armenio, en cuyas inmediaciones estaban aparcados seis autobuses de policía repletos de agentes.

El diario Pravda, que, como el resto de la Prensa central soviética, apenas si ha informado de lo sucedido en Armenia y Azerbaiyán, insertaba ayer cartas, que atribuía a trabajadores de distintas zonas de la URSS, invitando a sus hermanos de Armenia y Azerbaiyán a mantener la calma y continuar la producción. Las cartas, procedentes de Letonia, Bielorrusia y Moldavia, aseguraban que la producción en sus empresas había sido afectada por la falta de suministros de Armenia y de Azerbaiyán.

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Refugiados

La cifra oficial de muertos en los disturbios del Cáucaso es oficialmente de 34, pero medios disidentes hablan de centenares de víctimas. Los refugiados armenios que también han llegado a Moscú se cuentan por miles. Radio Ereván había informado de la llegada de 1.661 refugiados que emprendieron la huida tras el pogrom (matanza) durante el cual grupos de azerbaiyanos asesinaron a armenios en Sumgait.El número dos soviético, Egor Ligachov, se entrevistó la semana pasada con trabajadores de Nagorno-Karabaj y con representantes del mundo de la ciencia y la cultura de nacionalidad armenia y azerbaiyana. El encuentro de Ligachov con los representantes de Nagorno-Karabaj se realizaba un día después de que el comité local del partido hubiera aprobado una resolución favorable a la reunificación de la zona con Armenia. Tal resolución apoya la que tomó por amplia mayoría el soviet (órgano de gobierno) local el 20 de febrero y que fue considerada como falta de validez por el poder central. La decisión del comité del partido se ha tomado pese al relevo de su máximo dirigente local, y crea un nuevo conflicto para Moscú, que parece que no estaba dispuesto a apoyar tal iniciativa.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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