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Directoras de todo el mundo acuden al Festival de Cine de Mujeres en Creteil

Concluyó ayer en Creteil, cerca de París, el X Festival Internacional de Cine de Mujeres, que se había venido desarrollando desde el 12 de marzo pasado. A este certamen, convocado anualmente desde 1978, concurren películas de cineastas de todo el mundo. "Las realizadoras son cada vez más numerosas, pero muchas mujeres no han vuelto a rodar una segunda película por problemas de producción" señala Jackie Puet, codirectora del festival. Se exhiben fuera de competición las películas de las alemanas Helma Sanders Brahms (La puta, 1987) y Margarethe von Trotta (Rosa Luxembourg, 1987), así como de la canadiense Patricia Rozema (El canto de la sirena, 1987). Entre los aspectos más destacados de este festival sobresale la retrospectiva de la soviética Kira Muratova, hasta hace poco proscrita en su país.

El I Festival Internacional de Cine de Mujeres tuvo lugar en 1978. Venía a ser una plataforma de encuentro para realizadoras de distritos países. En un principio abundaban las cineastas alemanas. También se apreciaba la contribución de las nórdicas. Era un cine de tipo intimista que hacía hincapié en las relaciones materno-filiales. Hubo que esperar a la alemana Helma Sanders Brahms para que se introdujera la dimensión histórica y social. Después destacaron las realizadoras canadienses con un cine que aunaba ficción y realidad. A partir del año 1985 se observó un cambio de tono: un intento de conjugar lo dramático con el humor.Este año la producción ha sido bastante variada. Komplizinnen, de la alemana Margit Czenki, trata de la frustración afectiva de las rnujeres encarceladas. Paradise, de la también alernana Doris Dörrie, aborda el tema de la relación triangular desde un prisma a la vez desenfadado y dantesco. La china Mabel Cheung relata en An automn's tale las tribulaciones amorosas de una joven china en Nueva York: "El interés reside en el sentimiento que une a dos personas. Naturalmente, están ubicadas en un contexto social. En este caso se trata de la sociedad norteamericana", dice Cheung. Business as usual, de la británica Lezli Ann Barrett, nos muestra a una Glenda Jackson convertida en líder sindical que se enzarza contra las agresiones sexuales de los jefes para con sus empleadas. Película valiente y llena de humor.

Entre los largometrajes documentales está Mama I'm crying, de la surafricana Bett Wolpert, que teje una relación interpersonal sobre el fondo del apartheid. Classified people, de la francesa Yolande Zauberman, hace más hincapié en la vertiente sociopolítica del fenómeno. La norteamericana Kate Davis pasea la cámara sobre menores que, pese a haber sido reiteradamente violadas, se ganan la vida con su cuerpo: "Hemos dejado que se manifestaran libremente, que den curso a su propia memoria. No intervenimos ni siquiera con voz en off. Es evidente que este tipo de cine tiene sus límites, de modo que tuvimos que utilizar la técnica documental junto a elementos de ficción".

Heterodoxia política

La soviética Kira Muratova es el acontecimiento del festival. Le aburre el tópico y los periodistas que hacen siempre el mismo tipo de preguntas. Su fuerza de carácter ha impuesto un no categórico ante cualquier intento de penetrar más profundamente en su universo. Algunos la consideran uno de los talentos más originales de su generación junto con Tarkovski, Paradjanov, Klimov.De no haber sido por su heterodoxia temática, hace tiempo que sus películas hubieran traspasado las fronteras de la URSS. "Lo que más molestaba de mi película", dice Muratova, "era mi manera de ver el mundo. Había cosas que no podían ser dichas: las dificultades con la vivienda, los problemas con el agua".

"En Breves encuentros", prosigue la cineasta soviética, "tenemos ese trasfondo social. Mis jefes querían que el personaje de funcionario municipal mantuviera una postura clara. No podía instaurar un equívoco, De hecho, le correspondía al cineasta hacerles decir a los personajes lo que era bueno y lo que era malo. Yo no veo las cosas así de simples. Hay circunstancias que se entremezclan. Cuando una de mis escenas no gustaba demasiado, yo les decía: eso no significa lo que parece a primera vista, y seguíamos rodando. Luego veían el resultado y decían: lo que has hecho es todavía peor".

Breves encuentros (1967) será de hecho una película poco distribuida. Se trata de un filme de corte neorrealista en el que la propia Kira Muratova interpreta el papel de un alto cargo que es encargada del abastecimiento de las aguas y la política de la vivienda. Está enamorada de un hombre que es reacio a las instancias del poder y a los mecanismos de la autoridad.

Esta mujer vive un conflicto interior entre su sentido del deber y la emoción. Largos adioses (1971) recurre al argumento de una madre posesiva que utiliza todos los medios a su alcance para retener a su hijo. Es una película brillante que nos da acceso al mundo interior de los personajes por medio de la impresión fugaz y la pausa fotográfica.

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