El toro chungo
ENVIADO ESPECIALEl toro que salió ayer en Valencia estaba chungo. El toro que salió ayer en Valencia deambulaba moribundo el ruedo en busca de una UVI, y menos mal que la acorazada de picar no se lanzó al ataque sobre sus lomos, pues si lo hace según suele, lo convierte en boeuf bourgignon. De todos modos, alguno ya era boeuf bourguignon cuando apareció en el albero, oloroso a especias y -por qué no decirlo- a cadáver.
Por ejemplo, olían a especias y -por qué no decirlo- a cadáver, los primeros de Joselito y El Litri, que el presidente devolvió a los corrales, el sustituto del primero de Litri, el primero de Fernando Lozano, y todos -en general mugían su derecho constitucional a una UVI, porque estaban chungos y tenían al día las cuotas de la seguridad social. Para vergüenza de la fiesta y marginación de la sufrida especie vacuna, en lugar de ser asistidos en la UVI, fueron picados un poco, banderilleados otro poco y toreados a mansalva, encima mal.
Ramos / Joselito, Lozano, Litri
Cinco toros de Andrés Ramos (1º, sobrero), sin fuerza; 6º, sobrero de Marcos Núñez, inválido. Joselito: estocada ladeada (ovación y salida a los medios); pinchazo bajo, estocada y rueda de peones (ovación y salida a los medios). Fernando Lozano: pinchazo, media ladeada -aviso con retraso- y cuatro descabellos (algunos pitos); estocada caída (aplausos y salida al tercio). Litri: pinchazo, estocada ladeada perpendicular y rueda de peones (oreja); estocada baja y dos descabellos (escasa petición y vuelta). Plaza de Valencia, 18 de marzo. Sexta corrida fallera.
Lo peor fue, precisamente, que los torearan mal. En tiempos, cuando salían toros chungos como los de ayer, los toreros aprovechaban esa circunstancia favorable a su integridad física y toreaban de durse, con tanto esmero que el arte resultante suplía la inexistencia de enemigo. Ayer, en cambio, ocurrió al revés. Ayer un matador llamado Fernando Lozano les pegaba a los moribundos cientos de derechazos aburridísimos, y otro matador llamado Litri, además de ponerse agresivo con los toros chungos, los afixiaba con la polvareda que levantaba zapateando molinetes y manoletinas y otras alborotadas revueltas.
Menos lobos, pensaba la afición, y el toro lamentaba no tener cuerpo serrano y pitón buido, como cuando sesteaba tranquilo por los pastizales sin que lo hubiera tocado siniestra mano humana, para que Litri no se le pusiera farruco y se le arrodillara descaradamente ante el hocico. Claro que a Litri le traían sin cuidado afición y toro chungo. Litri -él, a lo suyo- ejecutaba estatuarios, derechazos y naturales empalmándolos con el pico y encadenándolos a guisa de noria, los molinetes y las manoletinas dichos, la polvareda, el desplante arrojando los trastos, y al buen público, que antes había armado un escándalo porque al toro chungo de marras ni lo habían podido picar de tan malito como estaba, semejantes alardes le impresionaban muchísimo. En el sexto toro le impresionaron menos, quizá porque la faena era repetición de la anterior. En el sexto, lo más brillante fue el pasodoble España cañí que interpretó la banda a pleno pulmón.
Joselito no pudo sacar faena a un toro chungo y atontado que le echaba la cara arriba y estuvo valentísimo con el cuarto -ejemplar probón e incierto, que se quedaba en la suerte-, porfiando y aguantando por los dos pitones la peligrosa embestida. Dentro del lote de toros chungos, el cuarto resultó ser el único cuyo cuajo y genio guardaban cierto parecido con el toro de lidia; ese que gulusmea pacíficamente por los pastizales, antes de que le altere el cuerpo siniestra mano humana.
La feria fallera era una de las cuatro más importantes del mundo y la han convertido en la feria del vaco y del toro chungo. Mal estaba la fiesta pero nunca había llegado a la degradación que se está viendo en Valencia.
Babelia
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