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Rosa Montero: "Somos esclavos de lo absurdo"

Entrevista con, la autora de 'Amado amo', una novela sobre la identidad en el mundo del trabajo

Rosa Montero (Madrid, 1951) publica en estos días su novelaAmado amo, un examen de la identidad y del deseo en el mundo de las relaciones profesionales. Las leyes de ese mundo y sus imposiciones se apoderan también de la intimidad imponiendo el absurdo y una nueva forma de servidumbre. La nueva novela de esta autora supone un salto novelístico respecto a la obra anterior.

Existen grandes posibilidades de que la nueva novela de Rosa Montero, Amado amo (Debate), sorprenda a sus incondicionales y también a los que se asomen por vez primera a un texto suyo. No es en absoluto un libro previsible en quien ya ha obtenido los beneficios inmediatos de la fama y pudiera dejarse llevar por la mecánica del oficio y del éxito. En muchos sentidos resulta un intento arriesgado, de evidente dificultad y que está completamente entregado a la busca de una nueva frontera literaria de la autora. La exigencia es una prueba de honestidad en estas cosas.Si en lo formal es una búsqueda, sus contenidos se integran en un universo cerrado, de trayectoria fija y sirviendo a un propósito tenaz. El mundo o el espacio del trabajo, asunto en torno al que se ordena la novela, aparece tratado como el verdadero sistema que organiza la totalidad de la vida, no sólo por el tiempo que nos ocupa sino también porque impone su ley en una esfera íntima: la autoestima, la dignidad, el deseo. El trabajo es el nuevo Leviatán, el nuevo método de control y dirección de la conciencia, la nueva servidumbre.

"Estoy convencida de que hemos llegado a una especie nueva de esclavitud precisamente en un mundo que sólo habla de libertad, libertad que, dicho sea de paso, no es más que libertad comercial, libertad de elegir entre productos. Vivimos bajo la presión de las cosas absurdas, un tinglado cuyo gozne principal es el del trabajo. En ese hueco de vida no pensada, al final ridícula, es donde se establecen las relaciones personales. La vida y la autoestima la imponen las circunstancias. El resultado es que cuando miras a tu alrededor sólo encuentras gente infeliz".

Parecidos

Rosa Montero no se parece a sus fotograflas. Esas imágenes resaltan sólo la dimensión suave y elástica de su persona. El fondo rotundo, perseverante y capricorniano queda siempre fuera. A veces tampoco se parece a su cuerpo. Habla deprisa y las palabras parece que se dan codazos para hacerse sitio en el discurso. Pero se aprecia enseguida que las cosas que dice no son ímprovisadas ni están dichas para el momento o para matar un silencio desmoralizador. Es posible que su vida tenga una organización sedimentaria, definida por capas que se han ido poniendo ahí con la lentitud que no tienen sus gestos. Puede también que pertenezca a esa clase de personas que saben que han aprendido. Que conocen el movimiento. "Uno se quiere a sí mismo pensando mucho. Tienes que conocerte y estar sobreaviso. Todo eso es esfuerzo. La actitud de reflexión constante es muy cansada, pero hay que ser inflexible con uno mismo. El esfuerzo es lo que hace que te sientas orgulloso, a pesar de que no siempre encuentres en ti lo que te gusta. Al final se consigue cierta clase de paz que impide vivir con atropello, hacer cosas indignas".

La reflexión tiene que ver, por tanto, con el amor y con la rebelión hacia la tiranía de lo impuesto. Los personajes de Almado amo se caracterizan por todo lo contrario, por vivir sin pensar, por no saber querer, por no resistirse al mandato "razonablemente feliz", la forma de ver las cosas está siempre atravesada por "una apariencia tersa, de normalidad, que sin embargo oculta arenas movedizas. Es como si fueras caminando por una superficie de arena estable y de pronto das un paso, que es igual a todos los anteriores y te en cuentras en el hoyo, en el abismo. El hoyo es el horror, aun que el horror de cuando en cuando puede ser maravilloso porque es desconocido. Esa forma doble de ver y de sentir está en mí. En el deseo, por ejemplo, en el deseo de totalidad hacia la otra persona, eso que llaman la media naranja, y por el otro lado en una sensación centrífuga absoluta, de huida".

Caras del mundo

Esas dos caras del mundo que la rodea son algo más que un artificio intelectual, o que un juego de imágenes. Tuvo ocasión de sentirlas en su propia carne tras el éxito contundente de Crónica del desamor, su primer libro. Ahora afirma que ya no se siente famosa, aunque "hubo una época en que la fama me sentó muy mal. Noté que mi vida había cambiado. En las reuniones con amigos el tiempo se empleaba en discutir mis ar- tículos y aconsejarme la forma de que me mantuviera; a saber qué es eso de mantenerse; pero sé que es algo en lo que no quiero estar, porque es una carrera de mierda contra uno mismo, de la que sólo sacas más infelicidad. Me sentí exageradamente querida y por causas bastante peregrinas. Por otra parte, cuando te sientes querida no quieres dejar de estarlo, y empieza la locura de preocuparte para que no dejen de quererte. Estuve bloqueada durante cuatro años, en los que no pude escribir. Después vino la ola del odio, tan peregrina y absurda como el amor de antes. Me sentía fatal. Las dos cosas son angustiosas".La literatura parece haber sobrevivido al éxito en el caso de esta autora que se siente " carnalmente cercana de los escritores que utilizan el estómago para escribir, de los autores pasionales". Se siente atraída por Nabokov y Patricia Highsmith, a la que otorga "una fuerza arrasadora cuando le sale el demonio que lleva dentro: he leído libros de ella que me han dejado enferma, con algo fundamental revuelto por dentro".

Amado amo es un salto novelístico con respecto a la obra anterior, en la que ha ido ganando distancia progresivamente. El proceso de distanciamiento le ha producido dificultades a la hora de escribir, pero se siente satisfecha del tono intermedio conseguido en la última obra.

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