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CRISIS EN PANAMÁ

El destituido Delvalle se esconde en la zona del canal

Antonio Caño

El ex presidente Eric Arturo Delvalle se encuentra refugiado en los cuarteles de las fuerzas norteamericanas en el canal de Panamá, según fuentes oficiales panameñas. Su esposa y sus hijos pasaron la noche del sábado en la residencia del embajador de Estados Unidos, Arthur Davis. Aunque fuentes norteamericanas no han reconocido que presten protección a Delvalle, distintas versiones independientes coinciden en que el presidente destituido está bajo resguardo de Estados Unidos, a la espera de viajar próximamente a ese país. Testigos presenciales aseguran que Delvalle escapó de su casa ante la indiferencia de sus vigilantes.

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El canal 2 de la televisión panameña -controlado por las Fuerzas de Defensa- interrumpió en la noche del sábado su programación para informar que "un comando norteamericano" había "secuestrado" a Delvalle "a fin de llevarlo a Estados Unidos con propósitos inconfesables". El comunicado de un portavoz de la emisora militar añadía que, probablemente, el ex presidente se encontraba en la base aérea de Howard, una de las instalaciones norteamericanas en la zona del canal. Otras fuentes creen que Delvalle permanece desde la noche del viernes en algún punto de Quarry Heighs, sede del Comando Sur de Estados Unidos, en las afueras de la capital panameña.Puestos en contacto con la residencia del embajador de Estados Unidos, los periodistas no recibieron información sobre el paradero de Delvalle, aunque sí pudieron hablar con sus familiares allí refugiados, que aseguran que el ex presidente está en lugar seguro y bien protegido.

Clima de ficción

Las versiones sobre la forma en que Delvalle salió de su casa en un barrio del centro de Panamá ilustran el clima de ficción que permanentemente rodea la crisis que vive este país. Las primeras noticias, procedentes de Washington, afirmaban que el ex presidente había conseguido burlar la guardia que rodeaba su residencia saltando una verja y huyendo a pie. La verdad, posteriormente conocida de boca de testigos presenciales, es que Delvalle salió en un coche con cristales ahumados ante la indiferencia de sus vigilantes.Es cierto que Delvalle permanecía formalmente incomunicado desde la tarde del viernes, pero también lo es que los mismos guardias que prohibían el paso en una esquina de la calle lo autorizaban en otra con cualquier excusa trivial. No podían entrar a la residencia del. ex presidente los periodistas, pero sí cualquier persona que, sin identificarse, confesara algún tipo de parentesco con Delvalle. También se permitía, sin ningún tipo de control, la salida de coches de la zona supuestamente acordonada. En estas condiciones, la huida de Delvalle no tuvo por qué ser un acto heroico.

Como tampoco lo es, a juzgar por la actitud de la población panameña, su comportamiento frente a los acontecimientos ocurridos en Panamá en los últimos días. Delvalle era un hombre desprestigiado desde que accedió a la presidencia, prestándose al mismo juego del que ha sido víctima -en 1985 sustituyó al derrocado Nicolás Ardito Barletta- Se hizo más impopular durante su gestión, en la que, cuando fue necesario, aceptó las presiones del general Noriega. Y no ha ganado más crédito con su destitución, fríamente acogida por los panameños. Nadie ha movido un dedo en Panamá en defensa del presidente depuesto, pese a que el golpe de Estado constitucional que puso fin a su mandato no ha acarreado el despliegue de efectivos militares en las calles.

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En Panamá, Delvalle no es ningún adalid en defensa de la democracia. Ni la situación se plantea en esos términos. La población panameña es la primera sorprendida del cariz que los acontecimientos han tomado por estos sucesos.

El temido Noriega

El general Noriega no es un personaje querido por los panameños; para muchos es, incluso, un dirigente temido por su pasado como jefe del servicio secreto y por las acusaciones en su contra, más o menos admitidas aquí. Pero su mandato no se sufre en Panamá como la dictadura sanguinaria que parece verse desde otros países. Su relevo probablemente sería bien recibido por una gran parte del país, pero, como los hechos han demostrado, muy poca gente está dispuesta a jugarse algo para que eso ocurra. Por el contrario, Noriega ha ido ganando espacio y su figura política se ha fortalecido.Según informes de organizaciones internacionales, en Panamá no hay presos políticos, no se tortura -al menos, de forma sistemática-, existe libertad de manifestación, de reunión, actúan partidos políticos de todas las tendencias. Desde que el pasado verano se iniciaron las marchas de protesta, hasta la fecha sólo ha habido dos muertos, y no por disparos de la policía sino en enfrentamientos entre grupos rivales. La libertad de expresión es un hecho que se comprueba desde el momento de poner los pies en este país, y las mayores violaciones a la libertad de Prensa en los últimos meses han sido el cierre, en dos ocasiones distintas, de tres periódicos y varías emisoras de la oposición.

La intromisión de los militares en la política y su control sobre el poder civil es también un hecho innegable, pero, al mismo tiempo, eso ha contribuido a un nivel de desarrollo y de justicia social muy superior a los de otros países de Centro y Suramérica.

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