EE UU descarta una intervención militar en Panamá
Estados Unidos, después de haber empujado al presidente Eric Arturo Delvalle a destituir al general Manuel Antonio Noriega, negó ayer una "implicación directa" en la crisis abierta en Panamá y descartó, como innecesaria por el momento, una intervención armada en ese país, en el que tiene 10.000 soldados, guardianes del canal de Panamá y desde el que controla Centroamérica y cualquier acción en toda Latinoamérica. "Seguimos considerando a Delvalle como el presidente constitucional de Panamá", afirmó el Departamento de Estado, que sugirió la conveniencia de que los países latinoamericanos expresaran también este apoyo.
Funcionarios norteamericanos admitieron que Delvalle no cuenta con ningún apoyo militar. Miembros del Congreso pidieron ayer una intervención directa de los marines para proteger el canal de Panamá y los intereses estadounidenses. Es más probable que Washington decida un bloqueo económico para forzar la salida de Noriega. Ronald Reagan, que el miércoles calificó a Noriega de "dictador militar", declaró ayer que "haremos lo que podamos hacer" para resolver la situación. "Pero no creo que sea necesario utilizar la fuerza militar, ni que nuestras tropas en el Canal estén en peligro".
Acciones decisivas
El senador republicano por Nueva York, Alfonse D' Amato, afirmó que EE UU debe realizar acciones decisivas, comenzando por un embargo comercial, y acabando, si es necesario, con una intervención militar. El senador demócrata John Kerry, uno de los más liberales en el Parlamento, afirmó por su parte que la intervención "es una opción si nuestros intereses en el Canal son amenazados".La Casa Blanca hablaba de "confusión", "situación fluída y compleja", manteniéndose a la espera de lo que pueda ocurrir en Panamá, pero dando la impresión de cierta incapacidad para influir en los acontecimientos. Con dos teóricos presidentes y un único hombre fuerte, Noriega, la impresión es que el golpe propiciado por Washington ha salido mal y no ha provocado la esperada ruptura del ejército panameño.
El Pentágono no puso ayer en alerta a sus tropas del Comando Sur estacionado en la ribera del Canal (hay también unos 50.000 ciudadanos norteamericanos en Panamá), pero sí aconsejó especial prudencia y evitar desplazamientos. La Casa Blanca dijo que habían recibido "garantías de la autoridades panameñas de que nuestras tropas e intereses serán respetados". Pero no precisé con que Gobierno estaba tratando, si con Delvalle, depuesto por la Asamblea panameña, o con el nuevo presidente, Manuel Solís, designado por Noriega.
La Casa Blanca actuó con la máxima prudencia en un difícil intento de evitar ser acusada de injerencia en los asuntos panameños. "El presidente nos dijo hace días que iba a cesar a Noriega, pero no le habíamos pedido que lo hiciera ni le hemos garantizado nada. No hemos estimulado o coordinado su acción", declaró el portavoz presidencial, Marlin Fitzwater. Esta afirmación choca con la información recogida por EL PAÍS en fuentes norteamericanas y de la oposición panameña, que establece claramente que la operación Delvalle -que estuvo el jueves varias horas en el consulado de EE UU en Panamá con el embajador norteamericano antes de anunciar por televisión el cese de Noriega- ha sido concebida y teledirigida desde Washington.
"No queremos entrometernos en los asuntos de Panamá", explicó Fitzwater, ante las risas de los corresponsales acreditados en la Casa Blanca. La justicia norteamericana -en un caso sin precedentes- ha procesado a Noriega por tráfico de drogas y lleva, desde el mes de junio, intentando provocar la salida del jefe de las fuerzas armadas panameñas. En julio, EE UU suspendió la ayuda económica.
Delvalle, en declaraciones a la televisión norteamericana, pidió un embargo comercial de EE UU contra Panamá. Su efecto, explicó su embajador aquí, Juan Sosa, sería "devastador", en una economía ya muy debilitada y en un país en el que el dólar, llamado balboa, es la divisa nacional. Sosa fue recibido ayer por el secretario adjunto de Estado para Asuntos Interamericanos, Elliot Abrams, la terminal estadounidense del golpe de Delvalle. Fuentes del Departamento de Estado estudian la posibilidad de llamar al embajador norteamericano, romper relaciones con el Gobierno nombrado por Noriega o iniciar un boicoteo económico.
Pero Delvalle dijo a la cadena de televisión CBS que no solicita ni es conveniente una intervención militar directa norteamericana. "Queremos una intervención hemisférica y no sólo moral", explicó el presidente depuesto. Su Gobierno intentaba ayer forzar la convocatoria del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) para presionar sobre Noriega. Pero en la sede de Ia OEA se presentaron dos embajadores, el de Noriega y el de Delvalle, en una escena de vodevil.
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