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La dinámica de cambio desborda al poder oficial en el Este

La oposición política de Europa oriental coordina sus actividades

La nueva política de apertura y reestructuración económica de la URSS bajo Mijail Gorbachov ha despertado grandes expectativas en la población de Europa oriental. Sus efectos reales, sin embargo, son contradictorios, y muestran riesgos de confusión en la aplicación de la reforma económica, y de desestabilización, conflictos y reacciones represivas del poder en el campo político. En varios países se ha desarrollado ya una dinámica propia de cambio que cuestiona la legitimidad de sus regímenes comunistas.

El efecto Yeltsin, como ya se denomina en el Este el riesgo de que la precipitación en aplicar cambios lleve consigo la pérdida del poder, ha beneficiado a los que desean mayor efectividad económica y rechazan la liberalización.Aunque Moscú ha advertido a sus aliados que deben reforzar el papel dirigente del partido, las contradicciones son evidentes entre quienes defienden la pluralidad en la representación de los diversos intereses, necesaria para la dinamización de la economía y el poder hegemónico del partido.

Las expectativas de liberalización, comunes a todos los países socialistas, han creado además un fenómeno sin precedentes: el comienzo de la coordinación de la oposición política de todos ellos. Así, el 1 de febrero se celebraron manifestaciones ante las embajadas de Rumanía en Budapest, Praga y Varsovia, en una acción coordinada de protesta contra la represión y miseria a que se halla sometido el pueblo rumano por el régimen de Ceaucescu. Disidentes soviéticos, entre ellos Andrei Sajarov, se solidarizaron con la iniciativa.

Desde hace semanas, las autoridades de Alemania Oriental (RDA) muestran gran nerviosismo ante el creciente movimiento de solidaridad que se ha producido dentro y fuera del país con los detenidos en una manifestación el pasado 17 de enero. Por primera vez desde el levantamiento en 1953, se realizaron en todo el país concentraciones de jóvenes que pedían la libertad de los prisioneros. La mayoría de los detenidos ha sido expulsada a la República Federal de Alemania (RFA).

Los medios oficiales de la RDA han lanzado una dura campaña en contra de la Prensa occidental. El órgano del partido comunista, Neues Deutschland, acusó a los periodistas occidentales de trabajar para los servicios secretos y de ser instigadores de la "provocación antisocialista", como califica las acciones de los jóvenes disidentes que solicitan para la RDA reformas similares a las que se aplican en la URSS. La inseguridad ha aumentado en todos los frentes, entre los sectores del partido que bloquean las reformas, entre los que la desean sin poner en peligro el sistema, y en la población, que teme un endurecimiento del régimen y el desmantelamiento de los avances logrados en los últimos años.

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Libertad de euro

En Checoslovaquia, más de 200.000 personas han firmado un documento solicitando libertad de ejercicio religioso. Es la mayor iniciativa de recogida de firmas habida en Europa oriental en favor de la libertad de culto.En Polonia, la subida de precios, que en algunos productos alcanza el 200%, ha levantado una oleada de protestas. Desde finales de enero se suceden las manifestaciones, y se han producido los primeros conatos de huelga. El presidente Wojciech Jarazelski, hoy el más sincero seguidor del dirigente soviético, Mijail Gorbachov, entre los líderes de Europa oriental, se halla ante una situación gravísima. Todos sus intentos de movilizar a la población en favor de las reformas se han ido al traste: el 29 de noviembre perdió un referéndum en el que pedía apoyo para los cambios. La situación económica sigue deteriorándose. La productividad es mínima, el absentismo alto, la indiferencia de la población hacia los planes del Gobierno, absoluta.

Jaruzelski es el primer líder del Este que ha llegado al momento en que sólo una alianza con la oposición podría salvar sus intenciones de reforma. La perestroika polaca es la primera que llega al punto de inflexión en el que se decide si el partido está dispuesto a compartir el poder para aplicar los cambios necesarios.

En Bulgaria, la confusión de la dirección política y económica del país sobre el ritmo y alcance de las reformas es manifiesto. Este fiel aliado de la URSS se lanzó a la carrera de las reformas con un entusiasmo que Moscú consideró excesivo. Desde entonces se ha adoptado un ritmo más pausado. El jefe del Estado, Todor Yivkov, sigue, a sus 76 años, al frente del partido para compensar con su autoridad los desequilibrios que surgen.

En Checoslovaquia, la lucha entre partidarios de una apertura real y sus oponentes no ha sido aún decidida. El nombramiento de Milos Jakes como jefe del partido fue una fórmula de compromiso entre ambas tendencias. Si, como señalan algunas fuentes, el primer ministro, Lubomir Strougal, que se ha erigido en el más firme partidario en la cúpula del partido de una democratización política y cambios económicos radicales, está realmente en peligro de perder el poder, el efecto Yeltsin se habrá cobrado una nueva víctima y los ortodoxos tendrán motivo de satisfacción.

Este proceso se registra también con fuerza diversa en el resto de las capitales del Este. Incluso en Rumanía, donde Ceaucescu ha rechazado toda reforma e insiste en su política de represión y depauperización, es difícil ya oír a los cuadros intermedios del partido hablar bien del caudillo, aunque la oposición activa es imposible.

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