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Críticas a España en el seminario de Luxemburgo por sus elevadas compras de trecnología fuera de la CE

España es un país eminentemente deudor en intercambio de conocimientos técnicos con los demás países de la Comunidad Europea, lo que evidencia sus carencias investigadoras, según se ha puesto de manifiesto, en el seminario clausurado ayer en Luxemburgo sobre el programa Sprint (Programa Estratégico, para la Innovación y la Transferencia de Tecnología). Un alto cargo de la Administración europea, el francés Michel Carpentier, reprochó a España que compre más tecnología en Japón o Estados Unidos que en los países de la Comunidad.

El programa Sprint está impulsado por la Comisión Europea, y tiene como objetivo fomentar los conocimientos tecnológicos entre todos los miembros de la CE.

El español José María Zabala, responsable de una firma especializada en intercambios técnicos, destacó que esta deuda tecnológica nacional -diferencia entre pagos e ingresos por este concepto-, lejos de aminorarse, aumentó en 1987, ya que el déficit pasé a un 82%, mientras que el año precedente fue de un 76%.

Este ponente también desbarató la idea de que el ingreso de España en la CE haya facilitado o multiplicado el intercambio tecnológico con los países comunitarios, ya que la tasa de acuerdos en este terreno sigue en el mismo nivel de un 63% del total de importaciones, porcentaje igual al existente antes de la entrada española en la Comunidad.

Culpable

A este respecto, el francés Michel Carpentier, director general del departamento comunitario responsable de Telecomunicaciones, Industria de Información e Innovación, planteó un anústoso reproche a las autoridades políticas y financieras españolas: "¿De quién es la culpa? Los españoles cuando desean tecnología acuden a la empresa norteamericana AT&T o a la japonesa Fujitsu y luego se acuerdan de los países de la CE para pensar dónde pueden vender sus productos y, claro, los demás países miembros toman nota de esta actitud", explicó este alto funcionario en un encuentro con periodistas.

El español Vicente Parajón, subordinado del anterior alto funcionario, replicó que España se halla ante un grave problema que no adnáte dilación -haciendo alusión al paro-, lo que ocasiona estas adquisiciones de tecnología en puntos ya consolidados como Japón o Estados Unidos.

Según los datos aportados por Zabala, en septiembre de 1987 España había pagado ya ese año al extranjero casi 656 millones de ECUs (unos 89.200 millones de pesetas) en concepto de licencias, patentes y asistencia técnica, mientras que había cedido tecnología propia por valor de 119 millones de ECUs. El año precedente, 1986, España pagó 770 millones de ECUs por el trabajo investigador realizado en otras naciones, mientras que la cosecha del esfuerzo intelectual nacional fue vendida por valor de casi 188 millones de ECUs, según datos proporcionados por Zabala, que en todo momento atribuyó a fuentes oficiales españolas.

El porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB) que Espafía dedica a investigación y desarrollo, según este experto en tecnología, es del 0,5%, lo que supone una cota similar a la de países como Malta, Grecia o Portugal.

Zabala recordó que hace una década la ONU y la OCDE recomendaron vivamente que España dedicara un 1% de su PIB a este fin, objetivo que sólo ahora la Administración española parece dispuesta a cumplir. En todo caso, la cifra media de inversión en la CE en materia de investigación está en tomo al 2% del PIB, como recordó este ponente español, yla de Estados Unidos ronda el 2,5%. Esto explica, según añadió, que cada 10.000 patentes que se registran en España, sólo 1.000 sean nacionales y que la tasa de investigadores sea reducidísima. La irrupción de tecnología nipona y norteamericana en España, según los datos de Zabala y las propias quejas de altos funcionarios de la CE, no ha disminuido desde el ingreso español en la Comunidad Europea, sino que, por el contrario, ha aumentado. Esta tecnología comprada en el extranjero, a tenor de los datos expuestos por Zabala, es acaparada por 125 grandes empresas, que engloban el 80% de los pagos por este concepto.

Numerosos asistentes al seminario creen que este programa es relativamente eficaz, no tanto por las ayudas al intercambio técnico que se suministran, que son harto menguadas -30 millones de pesetas es un auténtico gordo de las subvenciones-, cuanto por lo que contribuye a crear una red humana transnacional.

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