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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Vientos de crisis

Desde el crash de la Bolsa de Nueva York se vienen publicando numerosos artículos sobre economía, que deberían servir para que los legos en la materia podamos entender qué está pasando y qué es esperable que suceda. Sin embargo, Vientos de crisis, de Albarracín y Montes, publicado el día 12 de enero, es el primero que no dice sandeces, como sucedió con los anteriores, incluyendo premios Nobel de Economía, Reagan y otros economistas. Ignoro por qué personas inteligentes y conocedoras expresan tales ideas; supongo que una de las probables razones podría relacionarse con los cuantiosos intereses vinculados al tema.Albarracín y Montes hacen notar la caída de la rentabilidad del capital, a pesar de la redistribución de beneficios que se ha impuesto a los trabajadores, la que a su vez reduce el mercado. "El crash de las bolsas ha sido un primer aviso", dicen con razón, pues la mencionada dinámica del proceso sólo permite su agravamiento. Con respecto a la economía norteamericana dicen: "Cualquier solución que se adopte tendrá repercusiones considerables sobre el resto de los países, al reducirse el mercado estadounidense, ya sea por la recesión interior ocasionada por la reducción del déficit fiscal o por la caída del dólar para corregir el déficit comercial". Su diagnóstico implica un pronóstico pesimista. Y es inobjetable, ya que en las circunstancias que lo enmarcan no cabe sino el más sombrío pesimismo.

La crisis en que el mundo está ya inmerso no es como la de 1929; es mucho más grave debido al gran aumento de población, riqueza, productividad, tecnología e interconexión de los mercados a nivel mundial. La de 1929 se superó con el tradicional expediente de la guerra. La actual se fue postergando mediante guerras focalizadas y programas armamentistas, pero finalmente estalló. Una guerra generalizada destruiría la humanidad, y por suerte parece estar en vías de ser excluida como solución.

Sin embargo, hay un camino que puede evitar la guerra y también el hambre, el desempleo, la desesperación de una generación, por unos 20 años. Esta tregua quizá permita reformular profundamente la economía mundial, los objetivos de las personas y los Gobiernos, la mentalidad de los seres humanos.

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La URSS y China son dos países gigantescos en superficie y población. Ambos tienen imprescindible necesidad de desarrollarse. Esa necesidad dio relieve a términos como perestroika y

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glasnost en la URS S y gaige y kaifang en China. Creo, como dije en la carta publicada el 5 de noviembre de 1987 (La razón de la 'perestroika'), que la única solución para Occidente es la colaboración con estos planes, que implicaría exportar materias primas, maquinaria, tecnología, mano de obra especializada y talento gerencial a mercados gigantescos y crecientes.

Espero que personas más autorizadas, como economistas y políticos, digan algo acerca de estos temas.- Sigfrido Samet.

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