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El presidente de Taiwan, Jiang Chingkuo, muere de un ataque al corazón

El presidente de Taiwan, Jiang Chingkuo, de 77 años, murió ayer de un ataque al corazón, anunció el primer ministro, Yu Kuohua. Hijo del fallecido presidente Jiang Jieshi (Chiang Kai-chek), Jiang Chingkuo gozaba de una gran popularidad en la isla, refugio de los nacionalistas chinos desde que éstos perdieron la guerra civil, en 1949. La muerte del anciano líder, propulsor de un aperturismo que chocó con la vieja guardia de ideología totalitaria, abre la incógnita sobre el futuro de la llamada isla rebelde.

Jiang Chingkuo, primer ministro en el momento de la muerte de su padre, fue nombrado presidente de la República en 1978. Sin embargo, ya en 1975 comenzó a dar un nuevo aire a la política taiwanesa, para lo que apoyó la renovación del Kuomintang (KMT) y fue restando poder al Consejo de Seguridad Nacional."Estamos profundamente tristes por la muerte de nuestro líder y no podemos creerlo... Es una gran pérdida para la nación", dijo Yu Kuohua en un mensaje televisado a la nación. El presidente tenía una salud muy delicada. Padecía diabetes, apenas veía y el año pasado hubo que implantarle un marcapasos.

Educado en Moscú entre 1920 y 1930, se temió que Jiang Chingkuo basara su política en un sistema policial. Por el contrario, puso fin a la ley marcial el 14 de julio del año pasado, y con el apoyo del secretario general del KMT, Lee Huan, fortificó el comité permanente del partido para organizar una dirección colegiada que facilitara el gobierno de la isla a su desaparición, ante la falta de un sucesor claro.

Por el momento, el vicepresidente Lee Tenghui, de 65 años y nacido en la isla, ha jurado su cargo como nuevo presidente de Taiwan. Ha puesto las tropas en estado de alerta y declarado un período de duelo de 30 días, durante el cual ha prohibido todas las manifestaciones.

El KMT, fundado hace 68 años y cuyo objetivo es la reunificación con la República Popular China, dirige una población de 19.485.000 habitantes cuyo porcentaje de isleños va aumentando vertiginosamente. Éste es el principal reto que enfrenta el futuro de Taiwan, ya privado de la dinastía Jiang. Cada día es mayor el número de voces que claman por la independencia de la isla y por la democracia.

De hecho, Jiang Chingkuo ha tratado de incluir a más isleños entre los cuadros dirigentes del KMT para frenar los aires independentistas. El rápido aumento del opositor Partido Progresivo Democrático (DPP), que cuenta con una base electoral de entre el 20% y el 30% y que defiende la autodeterminación de Taiwan, despertó el recelo del fallecido líder. No sin razón. El 24 de diciembre pasado, los 11 diputados del DPP se abalanzaron sobre el presidente al grito de "Queremos elecciones libres al Parlamento", una institución controlada absolutamente por los que abandonaron China en 1949.

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El factor China Popular ha sido y es determinante en la política taiwanesa. Jiang Chingkuo no quiso apartarse de ese tren histórico y en octubre levantaba la prohibición de viajar a la República Popular de China que pesaba sobre los isleños.

Los dirigentes comunistas se han mostrado complacidos hacia esa política más relajada con respecto a Pekín, al tiempo que les preocupa la voluntad creciente de autodeterminación. Con la firma de los acuerdos con el Reino Unido y Portugal para recuperar Hong Kong y Macao en 1999 y 2000, respectivamente, Pekín tratará por todos los medios a su alcance de conquistarse a los taiwaneses para hacer viable en el próximo siglo la ansiada reunificación pacífica.

Para esta primavera está prevista la celebración del congreso del KMT. La renovación de sus cuadros y la eventual elaboración de unos nuevos estatutos permitirá vislumbrar la dirección que tomará la isla rebelde.

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