El año de la verdad
El hombre del año 1987 es sin duda, como proclaman los medios de comunicación de masas, Mijail Gorbachov. Pero me parece interesante constatar que dos sistemas y dos civilizaciones dominantes, las superpotencias, han subrayado durante este año sus limitaciones, sus fracasos, sus angustias. Por muy atractiva que sea la personalidad del primer secretario del Partido Comunista de la Unión Soviética, hay que hacer constar que no debe su éxito más que al vigor y a la audacia con los que denuncia su propia sociedad. Nunca, fuera de los textos más anticomunistas, se ha descrito tan claramente como lo ha hecho Gorbachov el hundimiento de la moral de un pueblo y la anarquía de su economía. Por otro lado se ve al presidente de la nación más poderosa del mundo, Ronald Reagan, que llegó al poder gracias a una irresistible ola de moralidad liberal y patriotera, terminar su mandato dentro del temor a una recesión económica y con la obligación de entenderse con su enemigo para desarmarle. Al contrario que Gorbachov, Ronald Reagan no hace un balance de los fracasos de su sistema. Deja a sus sucesores esa tarea. Pero el balance es desastroso tanto para EE UU como para Occidente. Se sabe ya que el próximo presidente tendrá que afrontar un déficit gigantesco, deberá subir los impuestos, disminuir el consumo y provocar una recesión cuyas consecuencias para Europa pueden ser muy graves.
9 de enero
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