Familiar y entrañable evocación
Con el acostumbrado retraso respecto a su estreno europeo, nos llega el anual guiño de, complicidad que nos dedica desde la pantalla Woody Allen, en esta ocasión presente como escritor y realizador de Días de radio, una comedia ligera, complaciente y evocadora cuya visión deja un dulce recuerdo que no empalaga, pero que tampoco sorprende, pues nos recuerda algunos de sus aromas fílmicos anteriores, como resultado de utilizar ingredientes propios de su peculiar despensa argumental y temática.Woody Allen hace tiempo que entró a formar parte de ese grupo de privilegiados cineastas que producen en el espectador la falsa sensación de que hacer cine es algo sencillo que no entraña dificultad, y vuelve a demostrarlo con singularidad. Para conseguir la evocación de una época pasada, mediados de los años cuarenta, y admitir la presencia de un mundo mágico, el de la radio, utiliza de nuevo la música como péndulo hipnótico. La acumulación de populares temas estándares en su banda sonora consigue sin sobresaltos el viaje al pasado.
Días de radio
Dirección y guión: Woody Allen.Fotografía. Carlo di Palma. Música: Dick Hyman. Productor: Robert Grennhut. EE UU, 1987. Intérpretes: Seth Green, Michael Tucker, Julie Kavner, Julie Jurnitz, Dianne Weist, Renne Lippin, Mia Farrow, David Warrillow, Robert Joy, Danny Aiello, Jeff Daniels, Kenneth Mars, Tony Roberts, Josh Mostel, Wallace Shawn, Diane Keaton. Estreno en Madrid en Coliseum y Rosales (V. O.).
El responsable es uno de sus más importantes colaboradores, Dick Hyman, que compuso el tema del camaleón para Zelig y a quien a menudo se olvida injustamente al analizar la obra de Allen. Hyman es un sobresaliente pianista, compositor, arreglista e investigador, erudito jazzístico, en cuyo campo ha realizado significativas contribuciones, y que conoce como pocos la música popular norteamericana, como evidencian no sólo la elección de los temas coetáneos al desarrollo de la acción de la película, sino también las versiones elegidas.
Canciones
Radio show themes y Re-Iax jingle son las canciones que ha compuesto para el presente filme, que consiguen la credibilidad de los comerciales espacios radiofónicos que marcaron la época del medio homenajeado.La peripecia cotidiana familiar de los protagonistas comparte la atención argumental con el ocio que suponía escuchar la radio, dando oportunidad a que cada miembro se defina por sus espacios preferidos, al tiempo que la universalidad del medio está recogida por el recuerdo que supuso La guerra de los mundos, realizada por Welles, y en las secuencias en que gentes de toda condición lloran la desaparición de una niña.
Sin renunciar a su humor irónico, y a veces ácido, Allen extiende con ternura y amor a sus personajes, en esta comedia coral que es Días de radio, una mirada a los astros radiofónicos que viven un mundo de fama, en oposición a los sueños y frustraciones de la humilde familia protagonista.
Podrán buscarse referencias, y se encontrarán sin esfuerzo, como el felliniano brindis por el año nuevo que transcurre en la terraza; incluso algunos recordarán nuestra Historias de la radio, realizada en 1955 por Sáenz de Heredia. Pero la realidad que se impone es la de la personalidad de Woody Allen, fiel al metraje de los 90 minutos, a sus actores y técnicos -donde volvemos a encontrar al acertado Carlo di Palma, sustituto del fotógrafo Gordon Willis- y a sus obsesiones temáticas, aunque algo rebajadas aquí, menos el judaísmo, al ser un niño el conductor de la narración.
El resultado es la cómplice felicidad que la familia cinéfila consigue con la visión de la no menos familiar nostalgia cinéfila del autor norteamericano.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.