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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La amistad con Portugal

ES UNA buena noticia que, dos semanas después del encuentro en Madrid entre el jefe del Gobierno portugués, Cavaco Silva, y Felipe González, tenga lugar la visita oficial a España del presidente de la República de Portugal, Mario Soares. Vivimos una época en que las reuniones entre jefes de Gobierno y de Estado se multiplican, sustituyendo en gran medida por contactos personales lo que antes eran relaciones diplomáticas. Conviene que este cambio se traduzca en una fluidez mayor en los contactos entre Madrid y Lisboa. Felizmente, se puede considerar terminado el largo período en que España y Portugal han vivido casi de espaldas. El viaje de Soares tiene en ese orden un significado singular, y no es casual que llegue acompañado de una amplia representación de los diversos sectores de la sociedad portuguesa. Es un viaje que debe servir para impulsar un conocimiento más auténtico de lo que es Portugal hoy, y para dar sobre esa base mayor consistencia a las relaciones entre los dos Estados y los dos pueblos.La experiencia, tanto para Portugal como para España, del período que llevan como miembros de la Comunidad Europea (CE) confirma que, ante las grandes opciones que debe afrontar la CE, los dos países tienen una amplísima coincidencia de intereses. De ello se deriva la conveniencia de que exista entre sus respectivas políticas en la CE la comprensión y el acuerdo en toda la medida de lo posible. El complejo debate en el seno de la CE sobre la reforma del presupuesto y el incremento de los fondos estructurales, que dio lugar al fracaso del Consejo Europeo de Copenhague, ha puesto de relieve que existe una resistencia muy fuerte de los países más ricos, y que más se benefician de los presupuestos, a las novedades aportadas por el Acta única. No se trata de abrir frentes de lucha artificiales entre los doce. Pero es obvio que el mercado único que entrará en vigor en 1992 es un reto muy serio para Lisboa y Madrid. Ante esa perspectiva, ya próxima, España y Portugal tienen idéntica necesidad de que la CE convierta en política práctica el compromiso de contribuir a disminuir las diferencias entre sus miembros. Así, su pertenencia a la CE es un factor más de acercamiento entre los dos países de la península Ibérica.

Pero el viaje del presidente de Portugal tiene un alcance que desborda los problemas propiamente políticos, por importantes que éstos sean. Mario Soares ha tomado, por el cargo que desempeña, cierta distancia con la política diaria, y asume un alto papel de representación de la nación portuguesa, con el prestigio que le otorga su brillante ejecutoria democrática. Pertenece a una tradición de la cultura portuguesa particularmente sensible a la comprensión de los lazos que deben acercar a nuestros dos países, y a sus culturas. Su viaje por España no se va a limitar a la capital, sino que visitará Salamanca y Barcelona. Ello define la dimensión particular que va a tener esta visita, en la que, sin duda, acontecimientos del próximo futuro, como la celebración del 500º aniversario del descubrimiento, podrán ser considerados en una visión histórica propicia para la fraternidad entre portugueses y españoles. Después de todo, existe una relación evidente entre los viajes de Cristóbal Colón y las empresas de los grandes navegantes portugueses. Si hay raíces en el pasado para nuestra amistad, ésta se reforzará mucho más en el contacto vivo y directo del Portugal contemporáneo que Soares representa.

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