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Palacios dibuja una guerra civil sin heroismos

Próxima publicación del álbum 'Gorka, gudari'

El dibujante madrileño Antonio Hernández Palacios, de 66 años, vuelve a realizar un nuevo episodio de la guerra civil española a través de 46 planchas de Gorka, gudari. El álbum, de próxima publicación por Ikusager Ediciones, aparece en la colección Imágenes de la Historia, donde Palacios tiene los otros títulos de la serie: Eloy, uno entre muchos (1979), Río Manzanares (1980) y Euskadi en llamas (1981). El autor pretende hacer un friso de los combatientes republicanos, desde 1936 hasta el final de la II Guerra Mundial, con rigor y eficacia artística.

Una confesada terapia personal lleva a Palacios a dibujar como testimonio y homenaje, la vida anónima de los soldados republicanos en la guerra civil española. Estuvo en el frente republicano y publicó sus dibujos del natural en la revista Defensa Nacional, del II Cuerpo de Ejército, en los años 1937 y 1938. Los personajes con mayor identificación que aparecen en la serie, Eloy y Gorka, se van a conocer después de la batalla de Brunete, en una escuela de aviones de caza. De esta forma el dibujante, que quiso ser aviador, se cura de un deseo incumplido."La serie no es autobiográfica", dice Palacios. "Aparecen cosas que he visto, que me han contado o que he leído, aunque me interesa destacar un cierto verismo. Son gentes que existieron de verdad y de las que nadie se acuerda. Es la guerra desde el punto de vista del soldado, como la vi yo, donde se suceden los desastres, los piojos, el frío, con anécdotas cotidianas, a baja altura. Son gentes tristes, sin momentos de heroísmo, obligadas a hacer cosas que no han buscado".

Palacios responde con sus narraciones históricas a la falsedad que encuentra en otros medios. Por eso inicia en los años setenta, tras 32 años de dedicación a la publicidad, la desmitificación del viejo Oeste en las historietas de Manos Kelly y Mac Coy (ha terminado el álbum decimocuarto); de la figura de El Cid, en cuatro volúmenes, o la de Simón Bolívar, en sus recientes 60 planchas.

El rigor y la documentación le llevan a dibujar la guerra civil con su testimonio y cerca de una amplia bibliograria y un archivo con 18.000 fotografías. El detalle en la elaboración de un álbum, al que dedica unos cuatro meses, no se convierte en preciosismo plástico. El autor -hace el dibujo, el guión y el color- busca la eficacia y la credibilidad.

"No pretendo sorprender con mis habilidades ni es un medio para admirar la belleza plástica. No me importa que una mano tenga cinco o seis dedos, sino que la viñeta o la composición de la página exprese lo que yo quiero y sea creíble". Traslada a sus dibujos, coloreados con medios transparentes, una formación visual donde se unen la historieta y el cine, que han llenado de imágenes el lápiz de Palacios.

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