_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Después de la matanza

CUANDO UN grupo político o con pretensión de tal recurre a la matanza -de niños o adultos: de seres humanos- para demostrar que está vivo, que existe todavía a despecho de las esperanzas de la mayoría, ese grupo y la ideología que lo sustenta están condenados a muerte. Reducidossus objetivos a afirmar desesperadamente su existencia, ETA no tiene otro designio que el de los gánsteres comunes y los mafiosos de turno: morir matando. Sembrar el máximo dolor con el mínimo riesgo es ya su única estrategia. Para ello no hace falta ni un gran aparato logístico ni un valor desmesurado. Basta con carecer de sentimientos. Pero, en esto, los que manipulan los coches bornba no se encuentran solos. Las discusiones doctrinales que están retrasando la conclusión del pacto vasco contra el terrorismo resultan irreales a la luz de esta matanza y del atentado de Basauri.Si la agonía de ETA se está prolongando más allá de todo cálculo razonable, sembrando el dolor por doquier, se debe en gran parte al hecho de que permanentemente se le proporcionan esperanzas de estar cumpliendo una ineludible misión: la de poner de relieve con su desmesura y su crueldad que el marco de convivencia definido por el Estatuto de Gernika no satisface las aspiraciones de autogobierno. Cuando de manera sistemática se desacredita y se pone en cuestión ese marco por parte de quienes más obligados estarían a defenderlo, nadie: habría de extrañarse de que unos adolescentes que eran niños cuando murió Franco tomen por consigna de acción los discursos que hablan de "degeneración de la autonomía" de sentimiento de frustración por la falta de desarrollo del estatuto", de la necesidad de cambiar de carril para emprender otro camino diferente al legitimado democráticamente por los ciudadanos.

En Euskadi, el peso del radicalismo es todavía grande. Pero nada resulta tan inmoral como la actitud de quienes, habiéndolo alimentado desde fuera, se escudan en esa fuerza para renunciar a sus responsabilidades a la hora de proponer a la población vasca, y a los jóvenes en particular, algo diferente a lo que muchos desean oír: que la ficción de guerra que prolonga ETA es una parte del secular combate de los vascos contra sus opresores. Cuando lo único cierto es que el terrorismo se ha convertido ya en un medio de vida dificil de abandonar no sólo por los que empuñan las armas, sino también por los que les animan a hacerlo con discursos de orates y arengas del más rancio sabor militarista.

Elatentado se ha producido cuando el Gobierno español, apoyado por la práctica unanimidad de las fuerzas políticas, negocia enArgel con representantes de ETA una salida que permita devolver la esperanza y la paz a Euskadi, amén de un horizonte de recuperación económica. No cabe la más mínima duda de que quienes han puesto la bomba tratan o de evitar que este acuerdo se lleve a cabo o de presionar, por métodos siniestros, en la negociación. Ahora se ve que el deseo de González de encontrar respaldo parlamentario a su política antiterrorista no era una filigrana ni un gesto innecesario, como la derecha reaccionaria se empeñó en airear, sino una condición racional para sentirse apoyado en la toma de decisiones controvertidas y difíciles que hechos tan canallescos y repugnantes como el de ayer vuelven casi imposibles.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Es improbable que el Gobierno hubiera previsto un atentado de esta naturaleza, aunque anduviera preparado para un renacer de la violencia. Pero es indispensable que la lógica de los truhanes no haga mella en la conciencia de los gobernantes. Las soluciones propuestas contra el terrorismo, y que se venían adoptando ya en parte, han rendido frutos efectivos, en contra de lo que la matanza de Zaragoza pueda hacer suponer. Creer que, incluso si se llega a algo positivo en el diálogo de Argel, no quedarán todavía hechos violentos aislados de crueldad y salvajismo parejos sería desconocer la condición de delincuentes de quienes los perpetran. Pero quienes ponen las bombas, quienes les justifican, quienes les animan, quienes les amparan y quienes se encogen de hombros ante todo esto sólo merecen el desprecio unánime de sus conciudadanos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_