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FESTIVAL DE LA HABANA

Primeras sorpresas de una singular escuela de cine

La Escuela Internacional de Cine y Televisión, situada a unos 40 kilómetros de La Habana, en las afueras de la pequeña localidad de San Antonio de los Baños, cumplirá dentro de tres semanas su primer año de existencia. Cercada por un paisaje del ensueño, esta escuela, dirigida por el cineasta argentino Fernando Birri, es única en su género en todo el mmindo, y pese a su corta vida ofrece en esta edición del festival habanero sus primeros frutos y sorpresas.

La presencia de los alumnos, procedentes de África, Asia y sobre todo Latinoamérica, en las actividades del festival es continua, tanto en la cobertura informativa de los actos como en los debates que siguen a las proyecciones, en los que resulta fácil distinguir las intervenciones de estos aprendices de cineastas por su soltura, intensidad y un peculiar sello propio en su visión del cine.El jueves, la escuela ofreció un recuento de sus actividades a lo largo de este año, y allí se anunció que se incluirá entre las actividades informativas del festival la proyección de los 85 cortometrajes, de tres y cinco minutos de duración, de que consta la primera cosecha de este vivero de cineastas del futuro.

La escuela de San Antonio de los Baños no depende del Estado cubano, aunque haya sido su principal proveedor al facilitar a sus organzadores los terrenos donde está situada. Es una institución autónoma, dependiente de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, organización internacional mantenida por ayudas oficiales y privadas procedentes de casi todo el mundo y presidida por el escritor colombiano García Márquez. Dicha fundación tiene su sede, también cedida por el Estado cubano, en el viejo caserón habanero de la Quinta de Santa Bárbara, allí donde Tomás Gutiérrez Alea, el más universal de los cineastas cubanos, rodó hace ocho años su filme Los sobrevivientes.

La fundación que preside García Márquez fue creada hace ahora dos años para, según la letra de sus estatutos, "contribuir al fortalecimiento del cine latinoamericano, en especial el de las cinematografías nacientes, mediante el fomento de su producción, distribución y exhibición". La fundación cuenta ya con sedes en México y Panamá, y se gestiona la creación de otras nuevas, así como la adquisición de salas de exhibiciones en las, principales capitales, incluidas las europeas. Pero la primera y esencial tarea de esta fundación a sido la creación y puesta en funcionamiento de la escuela de San Antonio de los Baños, que abrió sus aulas el día 5 de enero de este 1987 que ahora se extingue.

Sin fronteras

En sólo 11 meses, el renombre de la Escuela Internacional de Cine, cuya llamada se ha orientado sobre todo hacia los países del Tercer Mundo, ha traspasado fronteras y mares. A su primera convocatoria ha acudido casi un centenar de aspirantes a cineastas de América, África y Asia. Un miembro, de la organización del centro nos informa que las solicitudes del ingreso son una avalancha y que muchas de ellas proceden de jóvenes españoles.

La capacidad máxima prevista para la escuela en su estado actual se cifra en número de alumnos de alrededor de 300. De la existencia y de la singular oferta de esta institución internacional se han hecho ecos hombres como el presidente de Argentina, Raúl Alfonsín, que afirmó, con una rotundidad que debe medirse en razón de la proverbial prudencia verbal de este estadista, "que se trata de la mejor escuela de cine y televisión de toda la -historia".

Otro argentino, el cineasta Fernando Birri, es su director; y entre el cuadro de profesores que actualmente prepara a la primera promoción que saldrá de sus aulas se encuentran, además de Birri y García Márquez, el actor y director chileno Lautaro Murúa y el guionista catalán Joaquín Jorda, por citar sólo nombres sobradamente conocidos en España, entre la treintena de directores, realizadores, montadores, fotógrafos, guionistas y técnicos de todas las especialidades que requiere el complejo aprendizaje de la profesión cinematográfica.

La dotación técnica del centro es avanzada y entre las aportaciones de material las hay del Gobierno español y -ésta digna de ser subrayada por su valor simbólico- la realizada por el cineasta estadounidense Francis Ford Coppola, del equipo de sonido empleado por él en todas sus películas.

Una escuela de esta especie da sus frutos a largo plazo: tal es su sentido y la óptica con que hay que analizarla. El mejor cine español de hoy es obra de cineastas que se formaron hace dos décadas en la desaparecida Escuela Oficial de Cine de Madrid, que estaba infradotada si se la compara con la de San Antonio de los Baños. La idea de que "un nuevo cine sólo es realmente nuevo cuando es realmente bueno" pasa inevitablemente por iniciativas como la creación de esta fábrica de futuros profesionales solventes, que estos días ofrecen sus primeros balbuceos.

En ellos, tal vez todavía invisibles, hay que buscar los rasgos de la fisonomía de una parte del cine del porvenir en esta y otras latitudes del planeta.

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