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La sanidad italiana ordena el secuestro de una medicina ilegal contra el cáncer

Juan Arias

El ministro de Sanidad Italiano, Carlo Donat Cattin, ha ordenado, tras una petición del Partido Radical al Parlamento, el secuestro de la medicina contra el cáncer que se distribuía a los enfermos en la basílica romana de Santa María de Trastevere.

Donat Cattin lo ha justificado alegando que su ministerio ha decidido hacer el análisis de dicho producto y que mientras no debe ser distribuído.El problema es si los carabineros podrán intervenir dentro de la basílica para secuestrar el producto o si deberán limitarse a detener a los investigadores sicilianos que la distribuyen a la puerta, antes de entrar al templo. Se teme ya la reacción de los cientos de enfermos que cada mes se acercan como última esperanza a los médicos de la virgen trasteverina. A dichos investigadores el ministerio les acusa de haber utilizado a los enfermos como conejos de indias antes de haber experimentado con animales los efectos de su producto.

La medicina milagrosa se llama IMB, que significa "modulante biológico inmune". Sus inventores dicen que cura el cáncer en su fase más aguda. No se vende en las farmacias porque las autoridades sanitarias nunca la han autorizado. Se distribuye en una basílica romana, la bellísima de Santa María de Trastevere, meta obligatoria de todo el que pasa por la ciudad santa. Esta iglesia goza del privilegio de la extraterritorialidad, es decir, que no está sometida a las leyes italianas, sino a las del Vaticano.

Inventores

Amparados por dicha extraterritorialidad y con la connivencia fraterna del párroco y vicepárroco, los cuatro inventores de la medicina: el oncólogo Giuseppe Zora, las biólogas Anna Tarantino y Maria Pollicino y el especialista en medicina preventiva Plácido Trifiló, desembarcan en Roma una vez al mes desde Sicilia, y desde las 8.30 hasta la noche distribuyen su panacea contra el cáncer, que en Italia nunca ha sido oficialmente experimentada."Nosotros", dice el vicepárroco, Matteo Zuppi, nunca hemos cerrado a nadie las puertas de la iglesia de la Virgen Madre. Siempre hemos ofrecido hospitalidad a quien estaba afligido. Y lo hacemos también ahora". La única condición que han puesto a los distribuidores de esperanza es que dicho producto prohibido no haga daño y que lo distribuyan gratis a los enfermos. Aunque no impiden que si alguien lo desea, libremente "deje una limosna".

Estos investigadores sicilianos insisten en que su medicina no tiene nada que ver con la que distribuye el veterinario napolitano Bonifacio, porque el llamado suero Bonifacio es un derivado de cabra, y el de ellos está hecho de otras cosas. Aunque admiten que de 1979 a 1981 trabajaron en la investigación con el veterinano napolitano.

La medicina siciliana ha sido hasta hoy experimentada voluntariamente en Italia por 9.000 enfermos, y desde hace algún tiempo, en la basílica trasteverina, la reciben alrededor de 400 enfermos. Según los investigadores, hasta ahora una media de un 25% de los que usan dicho producto acaba curándose completamente, incluso en casos de extrema gravedad.

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