El drama debajo de la risa
Los jóvenes actores del Teatro Fronterizo tienen una rara perfección en Minim.mal show, que presientan en la Sala Olimpia. Está compuesto por brevísimas escenas -una duración media de un minuto- que más bien son gags. En uno de sus textos teóricos, Pasolini decía que el gag es un proceso estilístico que tiende a haicer automática la acción; en el cine, o en el teatro, interrumpen la narración normal y durante upios segundos subrayan la ilumin ación de un personaje o de un :suceso fulminante. Este Minim. mal show es una sucesión de gag, ininterrumpidos, y son sólo ello,i; los que diseñan el fondo invisible de la acción interna, una críÚca de una sociedad gestual y cotidiana, quizá posmoderna si nos dejamos llevar de sus indumentos, de su seguridad, de su caril,cter repetitivo y silencioso, trassi la que se vislumbra el drama del vacío, de la automatización, donde el error es lo humano. La conácidad no se obtiene por el habitual destrozo de las personalidades, por el harapo del vagaburdo o la estupidez fingida del payaso, sino por los recorridos lineales, el amor a la geometría, el cuidado en las figuras, la seguridad en sí mismos -en sus errores y en cómo los asumen-, de donde hay un.trasluz impresionante de desgana, de desolación, de tragedia cotidiana.La inspiración del espectáculo vio es la de la palabra, sino la de la plástica. Las notas de color sor i. escasísimas, y muy bien colocadas -unos zapatos, unos calcetines, un pelo rojo-; los términw, del escenario son biombos y co~umnas de franjas blancas. Todo esto nos remite a las tiras de dibujos cómicos, a algunos gr,-.ndes ilustradores y a pintores de la escuela de Magritte: no cow reproducción, sino como fondo de intenciones.
Minim
mal showDram iturgia y dirección de Miquel Gorria y Sergi Belbel. Intérpretes: Luis Miguel Climent, Miquel Gorriz, Andrea Peinado, Francesca Pifión, Camil) Rodríguez. Producción: Teatro Front,,-rizo. Música de Jordi Sabatés., Sala Olimpia (Centro Nacional de Nuevas Tendencias), 25 de noviembre.
El trabajo para conseguir el automatismo de los movimientos de forma que se revele al mismo tiempo la pequeña broma y la base dramática es esencial; y está muy bien conseguido. Se adivinan horas y horas de ensayos, y una comprensión muy fina por parte de los actores de lo que inte:iitan con su dramaturgia y dirección Miquel Gorriz -tambi~-In actor- y Sergi Bebel. La m5sica de Jordi Sabatés se integra en el ritmo rápido y burlón del espectáculo. Que está, efectiwiniente, en las mismas fronteras del teatro que propone tanto el ci~-,Io de la Sala Olimpia como elnombre del grupo. No puede decirse que sea una vanguardiaexactamente, porque no rompe nada, ni siquiera abre nuevos caminos, no es una escuela ni una tendencia, ni viene a sustituir nada. Es una buena idea en sí misma, y está muy bien realizada por todos.
Había el jueves por la tarde -día del espectador, mitad de precio- bastante público, muy joven y muy pendiente de todo, posible raíz de espectadores si el teatro les sabe salir al paso. Éste les convenció: rieron cuando había que hacerlo, sonrieron la mayor parte del tiempo, y aplaudieron con gusto al final.
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