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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un Britten extraordinario

El concierto con el que el teatro de la Zarzuela, Ros Marbá y la Orquesta Sinfónica de Madrid conmemoraban la festividad de Santa Cecilia, patrona de la música, ha vuelto a dejar en claro que una de las mayores virtudes del director catalán es la de hacer música de una forma que contagia al oyente hasta conseguir hacerle disfrutar. Esto es algo que contados directores españoles poseen y que el público que asistió a la Zarzuela valoró aplaudiendo largamente.Hubo un trabajo intenso en la Sinfonía Grande de Schubert, tan clara antecesora del mundo bruckneriano, aspecto resaltado en este concierto por el predominio sonoro del viento metal. De este trabajo fue buena prueba la respuesta de la cuerda en los dificilísimos tresillos del movimiento final, que en 1844 hicieron abandonar a la Filarmónica londinense cuando Mendelssohn quiso estrenar allí la obra. Ros Marbá extrajo su contenido romántico desde el tema inicial de la trompa, alcanzando momentos de particular tensión emotiva en el andante, dominado por el delicado colorido de los temas húngaros, expuestos casi en forma de marcha y en los que se registró una cuidada intervención de la madera. Esa tensión interna de la sinfonía que Ros Marbá trató de resaltar decayó algo, sin embargo, en el escherzo, en cuyo trío viento y cuerda no lograron del todo dar gracia y ligereza al inspiradísimo ländler austriaco. Son matizaciones que no desmerecen la buena labor del director, especialmente a la hora de plantear las estructuras y su dinámica.

Obras de Wagner, Britten y Schubert

Orquesta Sinfónica de Madrid. Director: A. Ros Marbá. Martyn Hill, tenor, y Vicente Zarzo, trompa. Madrid. Teatro de la Zarzuela. 23 de noviembre.

Queda deliberadamente para el final la Serenata para tenor, trompa y orquesta de cuerda de Britten. Hubo acierto al programar una obra tan infrecuente para nuestros escenarios, y sobre todo acierto en su interpretación, modélica desde cualquier punto de vista. A la gran dosis de musicalidad que Ros Marbá exhibió, matizando en cada una de las seis canciones, desde la más temperamental explosión orquestal al más sutil acompañamiento en piano de la cuerda, se unió el trabajo de unos solistas bien escogidos. Vicente Zarzo abrió y cerró la partitura sin un decaimiento en una parte que exige a la trompa sonidos tanto ágiles como elegantes, y el tenor Martyn Hill sorprendió a todos por su profunda compenetración con la obra. Admirable resultó su capacidad para dar el debido carácter a cada palabra del texto sin que la voz se destemplase al pasar del pasaje más intimista al más ardiente ni fuese ahogada por la agrupación.

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