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NUEVOS FRENTES EN CENTROAMÉRICA

Duarte hace público el testimonio que implica a D'Aubuisson en el asesinato de monseñor Romero

Antonio Caño

El mayor Roberto D'Aubuisson, líder de la extrema derecha salvadoreña y creador de los siniestros escuadrones de la muerte, es el autor intelectual del asesinato, en marzo de 1980, de monseñor Óscar Arnulfo Romero, según la declaración del principal testigo del caso leída ayer por el presidente de El Salvador, José Napoleón Duarte. "Siento temor en estos momentos porque puede haber personas del Gobierno que paguen por esta declaración", dijo Duarte para confirmar los presagios de sangre que este anuncio trae a su país en un momento en que la izquierda rebelde buscaba su reincorporación a la vida política legal.

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El presidente Duarte, quien afirmó haber consultado con los jefes de las Fuerzas Armadas este asunto, hizo durante una conferencia de prensa un relato pormenorizado de las pruebas que involucran directamente a D'Aubuisson en el asesinato, y añadió que ahora está en manos del juez dictar la correspondiente orden de detención contra él. Esa medida tendría que ser aceptada por la Asamblea legislativa, ya que D'Aubuisson posee inmunidad parlamentaria por su condición de diputado de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).El testigo que ha revelado los datos trascendentales que permiten, al menos parcialmente, la aclaración de un caso que empujó a El Salvador por la pendiente de la guerra civil, es el chófer de un oficial del Ejército, el capitán Rafael Sanabria, figura clave en el crimen y actualmente huído a Estados Unidos. Sanabria, sus dos guardaespaldas y el propio D'Aubuisson, son los personajes centrales de la versión presentada ante el fiscal general. El líder ultraderechista, como responsable directo de la orden de asesinato. El quinto hombre del relato es el autor material del asesinato, "un barbudo alto y bien parecido", del que no se ha dicho nombre, ni paradero actual, ni relación con los demás protagonistas. El testigo, que ha sido sometido a un detector de mentiras, ha tardado casi ocho años en hacer su confesión, por temor, según declaró Duarte.

El capitán Sanabria es un íntimo amigo del mayor D'Aubuisson y sus nombres aparecen vinculados en un intento de golpe de Estado descubierto en 1980. Sanabria fue detenido entonces en posesión de información sobre los escuadrones de la muerte, en los que trabajó al servicio de D'Aubuisson.

El relato del testigo asegura que el día 24 de marzo, pocas horas después de cometido el asesinato de monseñor Romero, llevó al capitán Sanabria, a sus dos guardaespaldas (Nelson Morales Reyes y Nelson García) y al autor del asesinato a la casa del mayor D'Aubuisson -"frente al Canal 2, confirma el chófer-, a quien comunicaron que la misión había sido cumplida.

"Como usted ordenó"

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"Ya hicimos lo planeado: matamos a monseñor Romero", dijo Sanabria. "No hombre, no lo hubierais hecho todavía", contestó D'Aubuisson, siempre según el relato hecho por Duarte. "Como usted ordenó, por eso lo hicimos", repitió Sanabria.El chófer comienza cronológicamente su versión con las instrucciones recibidas de parte del capitán Sanabria para trabajar el día 24 de marzo a las órdenes del barbudo alto y apuesto. Lo recogió poco antes del crimen en una casa de la colonia de San Benito, en San Salvador. Ambos subieron en un coche Volkswagen de color rojo y siguieron a otro de marca Cherokee. En un momento dado, el barbudo le ordenó que se dirigiese al centro de la ciudad y le pidió que aparease "en frente de una iglesia, justo delante de la puerta".

El coche quedó situado de tal manera que el chófer, según su versión, pudo ver todo lo que ocurría dentro. Vio cómo, mientras un sacerdote (monseñor Romero) decía la misa desde el altar, el barbudo sacaba algo de debajo de su asiento y segundos después se oía un disparo. El asesino volvió inmediatamente al coche y le ordenó: "sigue, calmado y despacio". Al poco rato se volvieron a unir al coche Cherokee y siguieron hasta la casa de la colonia San Benito. Una vez allí, Sanabria se bajó del Cherokee y, haciendo un gesto con la mano en dirección al barbudo, dijo: "Misión cumplida". Desde allí se trasladaron, junto a los guardaespaldas de Sanabria, a la casa de D'Aubuisson.

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