Misión en el Sáhara
LA LLEGADA a El Aaiún de la misión de la ONU encargada de estudiar las condiciones para la eventual celebración de un referéndum en el Sáhara occidental es un paso importante. Desde 1976, es la primera visita enviada por la ONU. Es significativo que esté encabezada por el secretario general adjunto encargado de asuntos políticos, el somalí Abdurrahim Farah. La integran dos grupos, uno militar y otro de funcionarios civiles, especialistas en temas de elecciones y plebiscitos. Los objetivos de esta misión, si bien tienen un carácter técnico, confirman lo que ha sido la actitud constante de la ONU: en el Sáhara occidental sigue pendiente un problema de descolonización que sólo quedará resuelto después de un referendum de autodeterminación.Hace falta situar el envío de esta misión técnica -fruto de laboriosas negociaciones de Pérez de Cuéllar- en el marco de la situación contradictoria, de bloqueo total, en que se halla, desde hace bastantes años, el conflicto del Sáhara: todos -Marruecos, Polisario y sus amigos respectivos- aceptan que la solución definitiva exige un referéndum para que la población decida su futuro. Pero no ha sido posible avanzar hacia ese referéndum a causa de la ausencia de negociaciones entre Marruecos y el Polisario, al que Rabat niega toda representatividad. La tesis de Marruecos ha sido que él podía garantizar todas las condiciones precisas para el referéndum, y que por ello no tenía sentido negociar un alto el fuego. Sobre las condiciones materiales, de nuevo dos tesis radicalmente opuestas: Marruecos considera que debe celebrarse sin modificar la Administración existente, o sea, su presencia militar y civil. El Polisario exige la retirada total del Ejército y de la Administración marroquíes para que fuerzas y administradores de la ONU garanticen una consulta con la seguridad de una imparcialidad real.
Pocos días antes de la visita, los ataques del Polisario al muro defensivo marroquí tenían un objetivo obvio: desmentir la tesis de que militarmente el problema estaba resuelto. Demostrar que Marruecos necesita negociar el alto el fuego con el Polisario. Pero, antes incluso de esos combates, el rey Hassan II dijo públicamente, por primera vez, que estaba dispuesto a negociar con el Polisario, si bien especificó que sólo después del referéndum. En todo caso, se trata de una novedad importante. De hecho, Rabat pierde posiciones en la escena internacional: 61 Estados reconocen ya a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).
Cuando no hay diálogo entre las dos partes, y cuando entre ellas las discrepancias son tan radicales, ¿qué sentido tiene el envío de una misión técnica de la ONU? Puede servir, a partir de criterios técnicos, para abrir cierta brecha en las actuales intransigencias. No cabe disminuir la importancia que tiene el que una instancia neutra designada por la ONU empiece a estudiar las condiciones concretas, materiales, del eventual referéndum. De ese estudio pueden surgir visiones y caminos nuevos para desbloquear los temas hoy paralizados.
Incluso desde un ángulo político, la existencia de esa misión técnica y el informe que elaborará para el secretario general serán factores nuevos que deberán tener en cuenta tanto Marruecos como el Frente Polisario. Ni uno ni otro querrán aparecer como obstáculos para el cumplimiento de las decisiones de los órganos internacionales, la ONU y la OUA.
Un hecho importante es que el secretario general, Javier Pérez de Cuéllar, goza hoy de la confianza de ambas partes. Su papel es esencial en esta etapa, incluso para dar pequeños pasos. Es cierto que ninguno de los grandes obstáculos para la paz ha sido vencido. Para una solución negociada en el Sáhara es decisivo que mejore el clima de las relaciones en el Magreb. Pero las iniciativas de la ONU están abriendo caminos y preparando soluciones. A España le interesa apoyarlas plenamente.
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