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NUEVO GOLPE CONTRA REAGAN

El 'Irangate', obra de "una camarilla de fanáticos"

Francisco G. Basterra

La investigación parlamentaria sobre la venta de armas a Irán y el desvío de parte de los fondos a los rebeldes nicaragüenses concluyó ayer con la publicación de un voluminoso informe elaborado por un comité conjunto de la Cámara y el Senado norteamericanos en el que se afirma que el presidente Ronald Reagan tiene la "responsabilidad última" sobre un asunto en el que sus ayudantes han violado la ley estadounidense, han elaborado una política exterior secreta y, posteriormente, han tratado de esconder sus errores. Sin embargo, el informe no aclara si el presidente tenía conocimiento de que los fondos obtenidos por la venta de armas a Irán se desviaban a la contra.

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Ronald Reagan, a pesar de sus alegaciones de ignorancia, es el máximo responsable del escándalo Irangate, violó su obligación constitucional de hacer que se cumplan las leyes y permitió que "una camarilla de fanáticos" subvirtieran el proceso democrático. Esta es la abrumadora conclusión política final del escándalo más importante desde el Watergate hecha pública ayer por los comités del Congreso, que durante diez meses y a lo largo de 11 semanas de audiencias públicas han investigado la venta secreta de armas a Irán y el desvío de fondos a la contra.Las acciones y omisiones "del presidente, el abandono de sus deberes constitucionales, no son sin embargo suficientes para justificar su procesamiento, concluye el informe parlamentario que fue calificado ayer por sus autores, que interrogaron a más de 500 testigos y vieron medio millón de documentos, de "justo, equilibrado y completo". Su efecto, descontado ya, no será demoledor para Reagan, que, abrumado por múltiples problemas económicos y políticos y con el Congreso en manos de la oposición, se enfrenta ya a los últimos 14 meses en la Casa Blanca como un presidente crecientemente irrelevante.

Como una guía telefónica

El documento, 700 páginas con tapas marrones que recuerdan por su densidad y grosor a una guía telefónica, admite que no puede concluir con certeza si el presidente sabía que se estaba desviando dinero a los antisandinistas procedente de los beneficios realizados con la venta de armamento al régimen de Jomeini. Pero establece que "el presidente creó o al menos toleró un ambiente en el que los que sabían del desvío creían absolutamente que estaban realizando la política presidencial". Reagan es acusado de tolerar un encubrimiento de operaciones ilegales y, secretas y de permitir la "privatización" de la política exterior, con desastrosas consecuencias para "la credibilidad de Estados Unidos en el interior del país y en el extranjero".

"No fue sólo un problema de estilo de gobernar -tal como estableció el informe Tower- sino de incumplimiento por parte del presidente de su deber constitucional de hacer que se cumpla la ley", declaró ayer el senador Daniel Inouye, presidente del comité investigador del Senado, al presentar el informe en la Caucus Room del Senado, donde se celebraron gran parte de las audiencias públicas. Inouye denunció que Reagan no ha condenado las mentiras o la destrucción de documentos, "lo que da la impresión de que no cree que estas sean acciones objetables".

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El informe llega a "conclusiones histéricas", y Reagan y su Administración no cometieron ilegalidades, solamente "errores de juicio", asegura una minoría de ocho legisladores republicanos que se ha negado a firmarlo emitiendo a su vez un informe paralelo. La publicación del informe definitivo del Congreso es prácticamente el último mal trago político para Reagan de esta "triste y complicada historia", que hace meses algunos pensaron que podría acabar con su presidencia.

Los norteamericanos han perdido interés en el escándalo, que ahora será reavivado sólo por unos días, en eso confia la Casa Blanca. El portavoz presidencial, Marklin Fitzwater, destacó ayer que el informe confirma que el presidente no sabía del desvío del dinero (la mayoría de los americanos cree, según los sondeos, que el presidente miente y que sabe más de lo que dice), que el informe no es unánime y que Reagan ya ha admitido que cometió "errores" y ha dado pasos para que no vuelva a ocurrir. El presidente no quiso comentar ayer el informe.

Pero la investigación más exhaustiva realizada jamás en la historia de esta nación no ha podido llegar hasta el final. El informe afirma que continúa sin respuesta la pregunta clave: ¿Cuál fue el papel del presidente? "La destrucción de documentos por Jorth Poindexter, Oliver North, y otros y la muerte de Willian Casey deja la historia incompleta", afirma el informe. Inouye se lamentó ayer de la desaparición de Casey, ex director de la CIA, justo antes de tener que declarar y de los "fallos" de memoria de algunos testigos, pero "no se necesitan ver todos los granos de arena para poder decir que es una playa".

La historia del asunto Iráncontra no ha concluido. El juez especial Lawrence Walsh -que no puede utilizar en su investigación las conclusiones del informe publicado ayer- dictará posiblemente procesamientos contra North, Poindexter y algunos otros intermediarios de esta oscura intriga. Walsh ha sometido incluso a un cuestionario por escrito al presidente para saber cual era su grado de conocimiento de la actuación de sus fontaneros North y Poindexter. "No quiere decir que Reagan esté bajo investigación criminal", se ha precisado la Casa Blanca.

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