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Almodóvar entra en la alta comedia con 'Mujeres al borde de un ataque de nervios'

Mujeres al borde de un ataque de nervios es el séptimo título de la filmografía de Pedro Almodóvar, cuyo rodaje realiza estos días en Madrid y que será estrenada en enero. Se trata de una comedia, blanquísima para más señas, que retrata el momento en que una mujer acaba de ser abandonada por su amante y está a punto de perder los estribos.

Con Mujeres al borde de un ataque de nervios, este realizador manchego, de 37 años, prosigue en la línea que le ha hecho ser el autor más polémico del último cine español. Aunque él asegura que no lo hace para que le den una calle, la película está situada en Madrid, tiene como protagonista principal a su ya imprescindible Carmen Maura y cuenta todo un dramón cotidiano en clave de humor."En esta película cuento ese momento en el que tu amante te acaba de dejar y estás en casa desquiciado esperando a que él o ella vengan a recoger la maleta mientras tú estás pendiente de la puerta, de que se oiga un coche, de que suene un teléfono. Hay un momento en que uno pierde la razón. Ese instante previo al descontrol es el que retrata la película". Todo ello está contado en un tono de alta comedia, en el que la belleza de los protagonistas y los escenarios es fundamental "para lograr el look de las películas americanas de los cincuenta". El resultado es "una película fi-ní-si-ma" dice el director, "en la que los protagonistas ni se drogan, ni toman alcohol, ni siquiera fuman, porque se lo ha prohibido el médico. Ninguno tiene tiempo de hacer cochinadas. Me ha salido una comedia blanca".

Al igual que en casi todos sus restantes trabajos, Mujeres... es una historia de mujeres, todo un reflejo de la fascinación que este director siente por el mundo femenino. "Los hombres también sufrimos ataques de histeria, pero resultamos mucho más aburridos. En las situaciones límites en general, el hombre reacciona con menos registros. Cuando se produce una situación como la que cuento en mi película, la mujer sale a la calle, busca a la chica, trata de hacerse amiga o le pone la zancadilla a ver si se rompe la nariz. No tiene pudor en dar el espectáculo tirando las cosas de él por la ventana. En cambio, los tíos reaccionamos dando la vara al primero que encontramos. Nos emborrachamos y nos ponemos más turbios sin hablar una palabra del asunto que nos preocupa. No sé si es una conducta cultural o algo genético. Pero lo cierto es que perdemos igualmente los papeles y el control de un modo mucho más aburrido y menos vistoso que las mujeres".

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