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Los países árabes buscan una postura común frente a Irán

La deposición del más viejo líder árabe, el presidente tunecino Habib Burguiba, ensombreció ayer las vísperas del comienzo de la cumbre árabe extraordinaria de Amman. Una quincena larga de presidentes, reyes y sultanes se reúne a partir de hoy en la capital del reino hachemí para intentar encontrar una posición común ante lo que la mayoría de ellos considera la más seria amenaza actual para el mundo árabe: la revolución islámica del imam Jomeini.

Taher al Masri, ministro jordano de Exteriores y portavoz de la cumbre, calificó ayer de "asunto interno tunecino" la deposición de Burguiba por su primer ministro. Otras fuentes oficiosas de la cumbre añadieron que esta reunión "puede ser una buena ocasión para que el nuevo hombre fuerte de Túnez se explique ante los otros jefes de Estado árabes". Ambas declaraciones evidenciaron la voluntad de no arruinar por el serio asunto tunecino un encuentro tan difícilmente conseguido entre la mayoría de los líderes árabes.Para hoy se espera la llegada a Amman del nuevo ministro de Exteriores tunecino, Mahmud Mestiri; su predecesor, Hedi Mabrik, optó ayer por viajar a Londres desde Arabia Saudí, donde esperaba su desplazamiento a la capital hachemí.

La deposición de Burguiba ha vuelto a revelar la fragilidad del mundo árabe, comentada lúcidamente por el periodista jordano Rami G. Juri en un reciente artículo del diario Jordan Times. "Nuestra vulnerabilidad al activismo político y militar iraní es un síntoma de nuestra debilidad y no su causa", escribió Juri.

La mayoría de los jefes de Estado de los 20 países miembros de la Liga Árabe y el líder de la OLP, Yasir Arafat, comienzan hoy una conferencia de carácter extraordinario, presentada por el ministro jornado Al Masri como un intento de adoptar "resoluciones enérgicas" que "restablezcan la unidad árabe", "ayuden a Irak y Kuwait frente a la agresión iraní" y "refuercen las gestiones de paz de las Naciones Unidas en el conflicto del Golfo".

Dudas hasta el final

El mismo Al Masri, no obstante, se ha mostrado escéptico respecto a la posibilidad de que se acuerden esas "resoluciones enérgicas". Para empezar, la celelebración de la cumbre era una incógnita a escasas horas de su apertura. Como es habitual en este tipo de reuniones árabes, no se sabía los jefes de Estado que iban a acudir ni cuánto iba a durar su encuentro.La primera desilusión llegó hace unos días con la negativa a asistir del coronel libio Gaddafi, que propuso como tema de la cumbre la fabricación de "una bomba atómica árabe". La segunda ha sido la sustitución del rey saudí Fahd por el príncipe heredero Abala. La inasistencia del soberano saudí ha despertado una tormenta de especulaciones sobre la existencia de luchas por el poder en el seno de la casa real wahabí.

Nadie espera que los representantes de unos 200 millones de árabes formen un sólido bloque frente a Irán. El rey Hussein, vestido con traje azul marino y tocado con kefieh rojiblanca, recibió ayer en Animan a dos de los dirigentes que expresan más profundamente las diferencias que separan a los árabes ante la revolución jomeinista: el presidente iraquí, Sadam Husein, y el sirio, Hafez el Assad. El primero busca, angustiado, la solidaridad económica y militar de sus "hermanos árabes" frente al empuje de los iraníes. El segundo está dispuesto a vender caro el fin de su alianza con Teherán.

Hosni Mubarak, ausente de la cumbre por la suspensión hace ocho años de la pertenencia de Egipto a la Liga Arabe, será otro de los protagonistas del encuentro en la capital hachemí. El bando árabe llamado moderado, es decir, Marruecos, Jordania, Arabia Saudí y Kuwait, desea el retorno del país de los faraones a la Liga Árabe, como una barrera frente a la revolución islámica.

Ochocientos años y 37 días después de que Saladino liberara Jerusalén de los cruzados y unificara al mundo árabe, esta comunidad lingüística y cultural se enfrenta a un doble desafío. En el Oeste, Israel ocupa Gaza, Cisjordania, el este de Jerusalén, los altos del Grolan y el sur de Líbano. "Hemos ofrecido una paz negociada y aceptado un Estado árabe semiindependiente en una cuarta parte de lo que fue Palestina, y la respuesta de Israel sigue siendo no", escribió Rami G. Luci en el Jordan Times. "Estamos paralizados frente a Israel, incapaces de hacer la paz o la guerra". Según el periodista jordano ahora Irán representa el último peligro al actual sistema político árabe.

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