Imágenes de albúmina, platino y oro
A la fotografía de fin de siglo le ocurre algo similar a lo que a determinados movimientos musicales de última instancia (minimalistas), que, aparte de inspirarse y analizarla, calca minuciosamente la estructura formal del añejo barroco. Quizá sea una fórmula idónea para no equivocarse jamás. En plena euforia tecnológica de la fotografía electrónica y sus devaneos por la transmisión de imágenes de unos soportes a otros, que a su vez pasan de todo lo que huele a cuarto oscuro, probetas y alquimia en general, aparece como novedoso, sin serlo, un nuevo romanticismo iconográfico. Éste busca ampliaciones, murales de camafeos iluminados al pastel o las más vetustas recetas de la pastelería foItográfica tradicional. Práctica habitual en la obra de Isabel Muñoz.Virados al paladiotipo sobre papel acuarela; espejo con memoria de cuerpos que se acarician y besos que se escurren entre las olvidadas y añejas fórmulas magistrales de los tintes al oro.
América, América
Exposición de Isabel Muñoz. Asociación Cultural Hispano-Nortearnericana (Achna). San Bemardo, 107. Madrid. Hasta el 15 de diciembre.
A la fotografía de hoy le ha ocurrido, al igual que a los medicamentos, aquello de que si las aspirinas calman el dolor y los antibióticos la fiebre, poco importa que conozcamos su fórmula de composición.
Procesos arqueológicos
La fotógrafa Isabel Muñoz, buscadora de procesos de plasmación de imágenes que toman por base precisas técnicas de impresión fundamentadas en sustancias tales como el platino y la albúmina, los virados al paladiotipo y albuminotipo al oro. Investigadora de procesos casi arqueológicos utilizados por sabios especialistas americanos de los que los ha aprendido.Robert J. Steinberg fue su introductor particular en el mundo de las reacciones de la luz sobre papel a la albúmina; Martha Madigan y Craig Stevens, en el tratamiento al platino. Técnicas usadas tradicionalmente en paisajes y bodegones de la más diversa, naturaleza y empleadas, entre otros, por Timothy O'Sullivan y Carlenton E. Watkins.
Quizá lo más novedoso en la plástiza de Isabel Muñoz -de la que tenemos una representativa muestra en esta exposición de la Asociación Cultural Hispano-Nortearriericana-, aparte de la resurrección de esas fórmulas en plena agonía de las emulsiones tradicionales que contemporáneamente usamos en nuestras cámaras, sea la paradoja del movimiento y sensual dinamismo que sus fotos reflejan.
En especial, esos desnudos seccionados, impresos por estas técnicas del siglo XIX reservadas hasta la fecha a bodegones, naturalezas muertas, obras arquitectónicas y paisajes en general. Los cuerpos que se abrazan están captados por la cámara por encima del fraccionamiento que dura un disparo de una centésima de segundo, porque éstos se mueven.
En cambio, estas emulsiones, que tampoco sabían entonces -en el siglo XIX- de la vida en movimiento, hoy reproducen unos negativos en la más pura línea de la fotografía instantánea que se registra en nuestros días con modernas cámaras. Películas ultrasensibles de las que aquéllos poco sabían.
Babelia
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