La respuesta flexible se vuelve quebradiza
Temor en la OTAN a que la 'opción supercero' lesione su capacidad de defensa
Son muchos los que en la OTAN piensan que la opción supercero viene a firmar el acto de defunción de la doctrina de la respuesta flexible, que justamente este diciembre cumplirá 20 años. Sin embargo, la postura oficial de la Alianza es defender a rajatabla esa doctrina que, como dijo un alto mando británico parafraseando a Winston Churchill, "es la peor forma de defensa posible, exceptuando todas las otras que conocemos", pero que también, sin los euromisiles, se vuelve más quebradiza.La doctrina, recogida en el documento que aprobó en septiembre de 1967 el Comité Militar de la OTAN (que lleva sus siglas: MC14/3) y que en diciembre de ese año ratificaron los ministros, implica que la Alianza quiera guardar el control de una eventual escalada. Vino a reemplazar a la doctrina de las represalias masivas...
El documento MC14/3, teóricamente aún secreto, no recoge la expresión respuesta flexible. Pero prevé tres tipos de respuestas militares ante un ataque del Pacto de Varsovia: la defensa directa (supuestamente con armamento convencional), la escalada deliberada (recurriendo al empleo de armas nucleares tácticas o de alcance intermedio) y la respuesta nuclear general.
En principio, para poder aplicar esta doctrina la OTAN necesitaría unas armas convencionales suficientes y toda una panoplia de armas nucleares, de las tácticas a las estratégicas.
La desaparición de las fuerzas de alcance intermedio (INF) quita un eslabón a la cadena. La flexibilidad se reduce.
Claro que la OTAN está ahora estudiando la sustitución de estas INF basadas en tierra por otras basadas en el mar o disparadas desde aviones en el aire. Pero no es seguro que los Gobiernos lleguen a aceptar tal despliegue que la opinión pública no entendería, estiman medios de la OTAN.
Los defensores del MC14/3 estiman que, en cualquier caso, con las armas que quedan, y especialmente los aviones, la respuesta flexible sigue siendo válida, y además "es lo suficientemente flexible como para que quepa en ella cualquier cosa", señala un alto funcionario atlántico.
El acuerdo supercero, por otra parte, reduce también la amenaza soviética y principalmente una parte del peligro contra los aeródromos de la OTAN. La atención se centra también ahora sobre el nuevo papel que pueden tener las armas convencionales.
Nuevas directrices
En 1986, cuando no sospechaba aún que la opción cero llegaría a materializarse, la OTAN aprobó tras ocho años de debates unas nuevas directrices -las anteriores databan de 1969- sobre el uso de las armas nucleares.
Estas nuevas directrices prevén la posibilidad de la escalada nuclear a través de ataques nucleares directamente contra blancos en el territorio soviético. Anteriormente, sólo se señalaba la posibilidad de tales ataques en condiciones muy restringidas como, por ejemplo, en el curso de una batalla en la frontera turco-soviética.
La URSS deja pues de ser un santuario. Pero, ¿con qué armas se ataca su territorio? Un ex general italiano afirmaba recientemente que "la respuesta flexible no sobrevivirá a la desaparición de los Pershing 2".
También, según han señalado fuentes próximas a la OTAN, queda más integrada en las nuevas directrices la relación entre los objetivos militares y los políticos de la escalada nuclear. Se reafirma el control político sobre la decisión de utilizar armas nucleares, pero las consultas entre los aliados sólo se llevarán a cabo "si el tiempo y las circunstancias lo permiten".
"Los problemas de la estrategia nuclear preceden a la cuestión de las INF y se derivan más bien de algunas tendencias en el pensamiento norteamericano sobre estas cuestiones", señala el profesor británico Lawrence Freedinan, quien, sin embargo, considera que el acuerdo supercero es la mota negra para la doctrina de la respuesta flexible.
En realidad, estiman expertos de la Alianza, el problema principal de la OTAN está en su no renuncia a ser la primera en utilizar el arma nuclear en caso de conflicto. Y dadas las armas que subsisten y el hecho de que EE UU no querría disparar una primera salva con uno de sus misiles estratégicos, se crea un problema diferencial en la RFA, donde queda concentrada la mayor parte de los sistemas nucleares basados en tierra.
Algunos expertos son partidarios de cambiar de estrategia según cambie el entorno. Pero la respuesta flexible tardó seis años en ser aceptada por la OTAN después de que EE UU la hubiera hecho suya.
Las discusiones llevaron también a Francia a disentir de la línea que iba adoptando la Alianza Atlántica y salirse de la estructura militar integrada. No obstante, a lo largo de los años, la estrategia francesa -y la panoplia de armas que le acompaña- se ha ido acercando cada vez más a la respuesta flexible.
Tres excepciones
Un alto funcionario de un importante Ministerio de Defensa aliado considera que la respuesta flexible es aún válida salvo: 1) si se derrumba el equilibrio estratégico entre EE UU y la URSS, 2) si no hay vínculo entre la disuasión estadounidense y la de Europa occidental, 3) si se produce una reducción importante de las fuerzas convencionales y 4) si se retira de la estructura militar integrada alguno de los aliados importantes.
A pesar de los pesares, la OTAN insiste: "No hay alternativa a la doctrina de la respuesta flexible". Entre tanto, EE UU la está buscando.
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