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Todo pasa y todo queda

Los cuatro ministros económicos de la transición democrática dejaron patente su aportación a lo que todos reconocieron como una mejor situación económica, pero sin desaprovechar la ocasión de marcar las diferencias con el momento actual. El ex ministro Juan Antonio García Díez (diciembre de 1981 a diciembre de 1982) apuntó que había que hablar de la política económica que se hace en función de que se tenga o no oposición.Añadió que "ahora somos todos más ortodoxos" porque hay una mayor conciencia de que hay unas leyes económicas en el mercado pero que también hay unos límites y que los recursos son escasos. García Díez deseó al Gobierno "que no le salga con la UGT un pequeño frankestein, como a nosotros con la CEOE cuando, tras hacer desaparecer el sindicato vertical, nos plantearon que a ellos lo que les interesaba era la política".

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Leopoldo Calvo Sotelo (septiembre de 1980 a enero de 1981) dijo querer evitar el defecto de quienes establecen enemistades entre sucesor y sucedido. Señaló como una de las principales dificultades de su etapa que en aquel momento "nosotros con una mano hacíamos la obra y con la otra sosteníamos la espada".

Fernando Abril Martorell (febrero de 1978 a septiembre de 1980) resaltó que se ha caminado hacia una mayor normalización de la vida española y que "parte de ese camino se transitó hacia una economía más social, más asimilable a la europea y más equilibrada, pero que tal vez imprimir más velocidad al proceso habría supuesto chocar con determinadas resistencias".

El primero de los ministros económicos de la transición y punto de referencia de todas las intervenciones posteriores como iniciador de la política de ajuste, Enrique Fuentes Quintana (julio de 1977 a febrero de 1978), dijo que como tal ésta no había sido una experiencia agradable de vivir.

El objetivo de esta política de ajuste era que los desequilibrios de la economía española "no nos alejasen de Europa". Afirmó que en aquellos momentos tenia muy presente la experiencia de la segunda República española ya que la oportunidad democrática española se presentaba acompañada de una profunda crisis económica".

Fuentes añadió que sería suicida renunciar a esta política y que "no hay nada más injusto que una sociedad que abandona al Gobierno en la soledad de la aplicación de las políticas de ajuste".

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