En nuestras manos
El pánico computadorizado de ayer en la Bolsa de Nueva York es, por supuesto, un presagio. La bolsa ha sido siempre el mejor indicador individual de la actividad económica futura y la caída récord de ayer parece predecir un desagradable futuro. Pero los mercados no predestinan los acontecimientos. Los acontecimientos los hacen los hombres. Si los hombres cambian, los mercados pueden equivocarse. El futuro no está en las manos de las bolsas, sino en las nuestras., 20 de octubre
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