Almoneda

En los saldos de verano, se colocan en nuestras pantallas todas las películas que quedan pendientes de estreno, cada temporada, de los lotes de ventas que las distribuidoras norteamericanas imponen en los mercados del cine. Quien compra una película estadounidense importante, se ve obligado a comprar con ella otras que nada, ni a nadie, interesan: de este material se alimentan dichos saldos, de calidad ínfima, cuando no degradante.De esta manera, las peores películas de los Estados Unidos, que nadie vería si se vendieran una por una, ocupan en masa salas, pantallas y tiempos de exhibición que no se merecen, y que llenan a costa de que otras películas de otras cinematografías no se estrenen nunca en España.

Pero resulta que también hay saldos de otoño, una almoneda llena también de retales de Hollywood y alrededores. No llegan a la chocante mediocridad de la almoneda veraniega, pero se le acercan a veces.

De las películas arriba reseñadas, no hay ninguna que sobrepase -salvo Creepshow 2 en parte, pero que tiene la desventaja de ser inferior a la primera del mismo título- el estadio de lo pasable y se podría haber prescindido de ellas, para así dejar huecos en la cartelera que podrían llenar las muchas e interesantes obras inglesas, italianas, japonesas, alemanas, holandesas, soviéticas y de otras latitudes que piden a gritos un lugar y fecha de estreno y se nos quedan inéditas, porque nuestros cines están invadidos de cine norteamericano: el mejor, que bienvenido sea, y el peor, que no debería traspasar las fronteras de su país y que, sin embargo, ahí está.