_
_
_
_
_

Socialismo de 'puente aéreo'

La apuesta por el federalismo ha puesto a prueba las relaciones entre el PSC y el PSOE

El vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, estuvo a punto de mancharse con el café con leche cuando, en pleno mes de agosto, un día, desayunando, se enteró por la Prensa de que Josep Maria Sala, secretario de Organización del PSC, había anunciado que su partido abonaba la formación de un Estado federal. Poco después, Guerra le diría a un diputado socialista: "Estos catalanes se descuelgan con una bomba así sin planificar nada, y, luego, todos a correr". Sala hizo las declaraciones a una agencia y la flojedad informativa de agosto sobredimensionó un tema ya de por sí importante.

Más información
Catalanes en Madrid: menos que un "lobby", mas que un club

Luego empezó una lluvia de declaraciones contra la propuesta federalista del socialismo catalán. El socialista vasco Ricardo García Damborenea echó en cara la inoportunidad de "resucitar las viejas teorías de Pi i Margall"; el ex presidente del Congreso Gregorío Peces Barba desautorizó la idea porque "el federalismo comporta en el fondo la existencia de unos Estados soberanos que se unen para constituir un Estado más unitario", mientras Txiki Benegas, secretario de Organización del PSOE, advirtió que "nadie debe tener la tentación de romper el gran consenso nacional que hizo posible la Constitución".Las declaraciones de Benegas incluían una matización: 'Tos socialistas catalanes no propugnan un Estado federal, sino la federalización del Estado", para aproximar el Estado de las autonomías a las formas del Estado federal. Semanas más tarde, los redactores de la ponencia marco del PSOE, a instancias de Guerra, recogieron la esencia de esta propuesta federalista al incluir una referencia a "abrir un debate serio y profundo acerca de la evolución del Estado de las autonomías en los próximos 20 años sin que signifique cambiar la Constitucíón".

En las dos semanas que van de la tormenta de declaraciones a la calma provocada por la inclusión de un apunte de la propuesta en la ponencia marco, hubo toda suerte de acciones de "reblandecimiento" del asunto -la palabra ha sido utilizada por varios dirigentes catalanes-, que demuestran las particulares relaciones que todavía mantienen el PSC y el PSOE.

Por un lado, el ministro de Defensa, Narcís Serra, limó asperezas con el entorno del presidente Felipe González; los hermanos Clotas -Higíni es redactor de la ponencia marco del congreso del PSOE y Salvador es el único catalán en la ejecutiva del partido- hicieron una labor tan pedagógica como desdramatizadora de la propuesta; y el primer secretario del PSC, Raimon Obiols -tras una larga conversación con Benegas-, supo exponer con habilidad ante el Comité Federal del PSOE que en la ponencia del congreso "faltaban puntas de diamante" y que el avance hacia el federalismo dentro del marco de la Constitución, en un momento en que ha acabado la primera fase de la organización del Estado, podría abrir un horizonte nuevo.

Obiols tenía un sólido argumento para apoyar su tesis, una frase de Felipe González del año 1980: "El proceso autonómico, como cualquier proceso que tiene dimensión histórica, cabe considerarlo con tranquilidad y perspectiva histórica. Tengo la perspectiva del año 2000 para la culminación de este proceso que nos llevaría a las puertas de una estructura federal del Estado". Guerra decidió recoger una frase del primer secretario de los socialistas catalanes para la ponencia y nadie replicó. 0, por decirlo en lenguaje guerrista, nadie se movió de la foto.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Unos y otros

Gente próxima al vicepresidente del Gobierno le ha hecho ver luego que había actuado sabiamente al incorporar el debate federalista. Entre otras razones, sus colaboradores le han dado ésta: "Una idea que pone tan nerviosos a Miquel Roca y a Jordi Pujol no debe ser mala".¿Cómo son hoy las relaciones entre el PSC y el PSOE? Narcís Serra las califica de "muy buenas, aunque algo especiales". El portavoz socialista en el Parlament, Lluís Armet, las define como "de mutuo respeto, pero fluidas". Josep Marla Sala es explícito al señalar que "estas relaciones han sido mejores cuando, en momentos como el presente, en Madrid han necesitado poner un énfasis de progreso en la política socialista".

Entre los socialistas catalanes se recuerda que el PSOE es un partido federal, pero que el. PSC es un partido con entidad propia, según lo define el protocolo de unidad socialista. Los dirigentes del PSOE opinan que los dirigentes catalanes son "respetables, pero extraños". Entre los elementos de esta extrañeza figura el hecho de que "vienen poco por Madrid".

El respeto mutuo parece mantenerse. Queda ya lejana la mano de Guerra colocando un gobernador en Tarragona, en 1982, diferente al propuesto por el PSC, o su decisión de retocar la colocación de un par de nombres en la lista de aquellas elecciones legislativas. Una propuesta del PSC para las elecciones europeas, permitiendo a los partidos de las diferentes comunidades presentar una especie de listas propias que no eran tales, fue recogida por el Gobierno y valorada como una "sabia tercera vía de los compañeros catalanes".

A quien se considera menos extraño en el aparato del PSOE es a Narcís Serra, uno de los hombres de confianza de Felipe González y respetado en el partido. El papel de Obiols ha tenido distinta cotización según los momentos: la derrota electoral en las autonómicas de 1984 le dejó durante un tiempo en situación de debilidad, pero en Ferraz (sede del PSOE) se valoran su sinceridad y su manera de abordar directamente los problemas. "No intenta vender transatlánticos cuando se le llama desde Madrid", se comenta en el PSOE.

En cambio, las relaciones de Felipe González con Pasqual Maragall son ahora casi inexistentes, desde unas declaraciones -que el PSOE considera "poco afortunadas"- en las que el alcalde de Barcelona hablaba de la existencia de ministros quemados en el Gobierno. Un miembro del consistorio barcelonés manifestó a este periódico que "Serra estuvo varias semanas intentando convencer a la cúpula socialista de que no había tenido nada que ver con aquellas declaraciones", y precisó que hay quien opina que, "a lo peor, el actual ministro de Defensa perdió puntos en su opción a sustituir a Carlos Solchaga por aquella polémica".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_