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Crítica:MÚSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Frühbeck y su caballo de batalla

Un sector muy amplio del público asiduo a los conciertos de la Orquesta Nacional de España (ONE) recibe siembre con simpatía a Rafael Frühbeck de Burgos, nacido en la capital castellana hace 54 años. Más todavía si viene con uno de sus caballos (mejor diríamos escuadrones) de batalla como es La consagración de la primavera. El celebérrimo ballet de Igor Stravinski está dominado por Frühbeck hasta en sus más pequeños detalles, lo que se advierte en todo: seguridad, estudio del detalle, marcaje, a veces complicado, persistencia rítmica, vigor y relajación.Para medir el trabajo de Frühbeck, titular de la ONE durante 15 años a partir de 1962, ha de pensarse en un dato: la orquesta tocó la obra por última vez en 1985, según dato del programa muy de agradecer, pero desde entonces a hoy han cambiado muchos de sus componentes. No es dificil suponer que eran bastantes los instrumentistas actuales de la ONE que tocaban la obra por vez primera.

Orquesta Nacional de España

Director: Frühbeck de Burgos. Pianista: R. Buchbinder. Obras de Beethoven y Stravinski. Teatro Real. Madrid, 16 de octubre.

Fortísimos hirientes

Sin embargo, no recibimos tal sensación, lo que es mérito del director y de la orquesta. Sólo, como otras veces, me pareció que faltaba dosificación dinámica, pues los fortísimos resultaron más hirientes de lo que los pensara el mismo Stravinski, quien sitúa toda la partitura, pese al argumento y sus secuencias violentas, dentro de un connatural talante poético. Vivo de tiempos, dominado y expuesto a través de una excelente continuidad, desde el ballet sobre la Rusia pagana podemos calibrar los avances de Frühbeck en su carrera, ya larga y llena de éxitos. Los hubo también esta vez en el Real.

Antes, el pianista austriaco Rudolf Buchbinder (Viena, 1946), salido de las aulas de Seidlhofer como Brendel y Gulda, protagonizó el Concierto en mi bemol, Emperador, de Beethoven. No fue una versión de gran especialista, aunque la publicidad discográfica se empeñe ahora en difundir esta idea sobre Buchbinder, pero sí la de un intérprete serio y sensible al que se aplaudió con justeza.

En cuanto a Frühbeck, fue siempre buen colaborador de los solistas sin por ello convertir a la orquesta en un telón de fondo sobre el que se alce, con total supremacía, la figura de la estrella, más o menos luminosa.

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