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Tribuna:FORMAS DE LOS OCHENTA
Tribuna
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¿Nueva escultura española o nuevos horizontes artísticos?

En la etapa dorada que actualmente vive el arte joven de nuestro país, que es reclamado y reconocido internacionalmente por todas partes, vistas las cosas al menos en términos comparativos, hay un dato que no puede pasarse por alto: cada vez abundan más los escultores que despiertan interés. De un tiempo a esta parte, es efectivamente rara la convocatoria promocional del nuevo arte español que no contenga algún escultor, cuando no, como ocurre últimamente, que esté, de hecho, mayoritariamente protagonizada por escultores. Así, en muy pocos años ya se ha formado un amplio grupo que circula por los trayectos internacionales con la misma presencia o más que por los de nuestro país. Tales son, entre otros, los casos de Susana Solano, Cristina Iglesias, Juan Muñoz, Tom Carr, Txomin Badiola, Pello Irazu, Francisco Leiro, Jaume Piensa, E. Belloti, etcétera, a los que hay que añadir los precedentes de Sergi Aguilar, Miquel Navarro o Andrés Nagel.Entre finales de la pasada década y el desarrollo de la actual se multiplican, en cualquier caso, sea cual sea su mayor o menor proyección social, los escultores españoles decididamente interesantes. En este sentido, sin ánimo de agotar la nómina de implicados, cabe recordar asimismo a Adolfo Schlosser, Ángeles Marco, Eva Lootz, Mitsou Miura, Joan Cardells, Juan Bordes, Emilio Martínez, D. Lechuga, María Luisa Fernández, L L. Moraza, R. Catania, S. Giménez, E. D'Ors...

Esta sorprendente floración de escultores en nuestro país coincide, por lo demás, con una tendencia internacional dominante, aunque conviene advertir algo, antes de aventurar ningún juicio al respecto, sobre la incierta identidad de la escultura en la época contemporánea, en la que prácticamente se reconoce como tal a todo objeto en tres dimensiones, y eso si nos olvidamos de quienes insisten en autoderlominarse escultores a través de meros sopotes fotográficos, como los artistas británicos Gilbert and George. De manera que, en el fondo de la cuestión, quizá sigamos inercialmente llamando escultura a un modo de hacer arte que ya nada o muy poco tiene que ver con las tradicionales divisiones de géneros.

¿Se busca, así pues, la escultura en sí, o simplemente la libertad de movimientos que a través de ella más desenfadadamente se cree intuir? En un libro que rápidamente se ha convertido en una obra de obligada consulta respecto al problema de la escultura actual, Passages in modern sculture, de Rosalind E. Krauss, se nos habla del "doble negativo" como "una nueva sintaxis", queriéndose significar con ello un tipo de obra basada en la experimentación abstracta del espacio y la ubicación excéntrica del cuerpo, lo que en última instancia remite a una concepción de la escultura en la que espacio y tiempo se interpenetran, rompiendo definitivamente con los moldes clásicos. La Krauss deducía este criterio de los escultores minimalistas de los setenta, pero puede extenderse perfectamente a los de hoy mismo con tal que añadamos las correspondientes gotas de humor, perversidad conceptual e intencionada provocación antivanguardista.

Esta confusión deliberada y, con o sin la nueva sintaxis del doble negativo, se da también entre los nuevos escultores españoles. Quizá sorprenda la floración cuantitativa última de escultores en un país con tan pobre tradición en el género, excepciones al margen. Sin embargo, tampoco conviene olvidar que algunos de los mejores escultores de este siglo han sido españoles, desde Julio González en adelante. Importantes a la sombra de la vanguardia, no tiene, en definitiva, nada de extraño que sigan siéndolo los escultores españoles en la era de la posvanguardia.

La riqueza artística es, y más en el momento actual, también una cuestión de diversidad. De esta manera, los revivals arqueologistas se mezclan con las evocaciones arquitectónicas, los elementos más propiamente escultóricos sirven Para definir conceptos o sensaciones pictóricas y, en definitiva, lo vernacular se mezcla indistintamente con las referencias más rabiosamente cosmopolitas.

Escultura o, si se quiere, objetos que reflejan una manera diferente de concebir el arte, en cualquier caso, de lo que no cabe duda es que nuestra escultura tiene hoy mucho que decir y comienza a ser internacionalmente escuchada. Hay en ella demasiadas voces con calidad para que no fuera así.

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