La Reina clausura las lecciones magistrales de Rostropovich

Gran jornada final de las lecciones magistrales que ha venido dictando Mstislav Rostropovich a partir del día 2 como homenaje a la reina de España, doña Sofía. El salón teatro del antiguo palacio de los Bauer, en el que está instalada la Escuela Superior de Canto, era un hervidero la tarde de ayer. Junto a la veintena de seguidores de las masters classes, un público principalmente juvenil se mezclaba con personalidades bien conocidas del mundo musical; todos se hacían lenguas del saber y la gracia expositiva del gran músico soviético en todas y cada una de sus lecciones.

Con Rostropovich no sólo se aprende violonchelo o interpretación de música de cámara, que éstas eran las materias concretas de sus lecciones, sino que se descubre algo más importante: lo que la música es en su esencia y en su capacidad de expresión emocional.La reina doña Sofía y Rostropovitch, acompañados por el director general del Instituto de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), quien entregó al ilustre maestro una placa conmemorativa del condensado curso, otras autoridades del Ministerio de Cultura y la directora de la Escuela Superior siguieron desde la primera fila, y con el mismo entusiasmo que el resto de la audiencia, las demostraciones de los intérpretes seleccionados para el concierto de clausura.

Excelente el Vivaldi de los jovencísimos violonchelistas Damián Martínez y Aldo Mata; serio, de buen estilo profesional y sobria comunicatividad el Haydn de Arturo Muruzábal; delicioso, en la feliz vivacidad de su mejor humor, el dúo para violonchelo y contrabajo de Rossini, muy bien tocado por Ángel Luis Quintana y Jaime Antonio Robles; verdaderamente emocionante la obra para violonchelo solo que Penderecki dedicara a Rostropovitch, bajo el título afectivo de Per Slava, y que Álvaro Campos expuso con hermosa serenidad.

Palabra y ejemplo

En fin, un septeto de metales cerró el programa con una bellísima suite del prolífico Scheidt.Lo verdaderamente significativo de todas y cada una de las actuaciones viene a comprobar cómo el ejemplo y la palabra de Rostropovich habían podido incidir rápidamente en el ánimo poroso de los intérpretes, si jóvenes todos ellos algunos ya situados en puestos profesionales de importancia.

Explicar y descubrir

Se advertía también la reacción cálida ante la persona del maestro, quien, a su vez, parecía sentirse dichoso con sus alumnos españoles. Casi podría contarse entre ellos doña Sofía, pues desde el mismo momento que regresó de Estados Unidos, en viaje anticipado, se ha incorporado a las lecciones de Slava, con lo que demuestra su auténtico y hondo interés por la música.Rostropovich ilumina, más que explica; descubre, más que impone; clarifica, antes que dogmatizar. Al final del acto, la Reina, Rostropovich y todos los cursillistas subieron a escena y el maestro se vio envuelto en una aclamación gritadora y entusiasta. La sonrisa de Rostropovitch no era de vanidad, sino de humanidad y alegría. ¡Bravo, maestro!