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De la falta de apetito al ataque de hambre

Milagros Pérez Oliva

Entre los trastornos ole la alimentación inducidos por causas psicológicas destacan, por su gravedad y frecuencia, las anorexias y las bulimias nerviosas, dos comportamientos de signo totalmente opuesto que pueden tener muy graves consecuencias para quienes las padecen. La anorexia nerviosa es una afección que se caracteriza por la falta total de apetito con carácter permanente.En la mayoría de los casos son mujeres quienes, la sufren y casi siempre va acompañada de una alternación en la percepción de la propia imagen, hasta el punto de que he visto enfermas absolutamente cadavéricas, con nada más que piel sobre los huesos, y creer todavía que estaban gordas", afirma el doctor Formiguera. La anorexia debe ser combatida mediante tratamiento psicológico, y si es muy grave, incluso farmacológico. En los últimos años, la incidencia de esta enfermedad ha aumentado entre las jóvenes, y en estos momento se calcula en aproximadamente un 1% de la población adolescente, cosa que en opinión del doctor Formiguera, puede tener consecuencias graves.

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Si la paciente no reacciona a la terapia, puede llegar incluso a la muerte. Esta es una enfermedad de pronóstico incierto, ya que en la mayoría de los casos resulta muy difícil conseguir resultados positivos con el tratamiento psicológico, aunque se ayude con fármacos antidepresivos.

En realidad, la anorexia es, en la mayoría de las ocasiones, una especie de suicidio subconsciente, que se inicia por causas totalmente desconocidas, acaba provocando el internamiento de la paciente en un hospital.

Las bulimias nerviosas

En el extremo opuesto de la anorexia se encuentra la bulimia nerviosa, otro trastorno de la alimentación que puede ser grave. Se trata, literalmente, de ataques de hambre. Pueden dar en cualquier momento y cualquier lugar y cuando eso sucede, quien los padece tiene unas irrefrenables e insaciables ganas de comer.

Uno de los pacientes que atiende el doctor Formiguera tuvo un ataque durante la noche e ingirió, en unos minutos, dos kilos de pan y cuatro litros de leche. Otra paciente comió en un momento 30 cruasanes, en un desayuno. El ataque puede repetirse cada dos o tres días y a veces puede durar horas.

Normalmente el paciente tiene sentimientos de culpabilidad inmediatamente después del ataque, puesto que es consciente de la agresión que acaba de cometer contra su cuerpo. Por esta causa, muchos pacientes vomitan después de comer, por lo que a veces pueden llegar incluso a alcanzar la delgadez de quienes padecen una anorexia. Otros llegan a ser grandes obesos.

En ocasiones, la bulimia puede ser una fase posterior a la anorexia. Como en el retorno de un péndulo, algunas pacientes que han dejado de comer, cuando consiguen tener de nuevo apetito, padecen un hambre convulsiva e insaciable. El tratamiento, como en la anorexia, debe ser, fundamentalmente, psicológico.

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