El Gobierno italiano crea un 'gabinete de crisis' sobre las clases de religión
El espinoso problema de las clases de religión empieza a preocupar tanto, al Gobierno italiano como al mismo Vaticano. En la Santa Sede se habla, tras la polémica de los días pasados, de "prudencia y discreción". Mientras tanto, el primer ministro, Giovanni Goria, ha previsto para los próximos días un encuentro personal con el secretario de Estado, el cardenal italiano Agostino Casaroli, y el Gobierno ha creado un gabinete de crisis, como en los momentos graves de emergencia, formado por cinco ministros.
El Gobierno italiano tiene la esperanza de que el próximo viernes el asunto pueda ser por fin discutido en el Parlamento y que se pueda alcanzar a un acuerdo sin tener que llegar a la solución extrema de convocar a la comisión bilateral de ambos Estados, prevista para momentos de alto conflicto interpretativo del concordato.La intención del Vaticano -tras haber lanzado la primera piedra contra el Gobierno e impedido el martes que el Parlamento discutiese unilateralmente la ipliación de la cláusula sobre las clases de Religión-, es ahora evitar una lucha cuerpo a cuerpo con el Estado italiano y obtener lo náximo posible a través de la vía diplomática. Lo revela el hecho de que ni siquiera ha reaccionado ayer a la publicación en el diario La Repubblica del famoso documento secreto enviado por el Vaticano al Gobierno a través de la Nunciatura.
Una nota vaticana, sin desmentir la veracidad de dicho documento, se ha limitado a decir que la Santa Sede había dejado a la opinión del Gobierno la publicación de la protesta del Vaticano. En dicho documento, el Vaticano rechaza la interpretación que de los acuerdos bilaterales sobre la enseñanza de la Religión se disponían a dar el Gobierno y el Parlamento.
Para el Vaticano, la enseñanza de la religión católica, aún sin ser obligatoria para quienes no quieren servirse de ella, no puede sin embargo ser una enseñanza de segundo rango, sino que debe estar integrada entre las materias principales. Y por eso la Santa Sede se niega rotundamente a que la hora de religión se coloque al principio o al final de la jornada lectiva, lo que podría llevar a muchos alumnos a no asistir a dicha clase sólo para poder ir una hora más tarde a la escuela o a acabar una hora antes.
El documento niega por tanto la interpretación del Estado de que la clase de religión es ahora optativa y no obligatoria, al haber desaparecido en el nuevo concordato la cláusula de que la religión católica es la religión del Estado italiano.
Los comunistas han respondido con dureza a la nota vaticana, afirmando por boca de Renato Zaigheri, jefe de los diputados del partido y miembro de la dirección, que los comunistas no están dispuestos a que "la religión de Estado vuelva a introducirse por la ventana", mientras que los otros partidos laicos se han preguntado si en Italia las decisiones que atañen a los ciudadanos las toma el Vaticano o el Parlamento.
Intervienen todos
En el debate están interviniendo todos. Ayer, el presidente del Senado, el republicano Giovanni Spadolini, la segunda autoridad del Estado, pidió que se actúe con "prudencia y paciencia" para evitar, dijo, "actos irreparables que podrían conducir a la ruptura del reciente Concordato". Por su parte el secretario de la Democracia Cristiana, Ciriaco de Mita, se ha visto, como católico, entre la espada y la pared, al haber sido el Gobierno, presidido por una persona de su partido, atacado por el mismo Papa. De Mita avisó ayer del peligro de que el país pueda dividirse peligrosamente con este pretexto y anticipó que "el Concordato no se toca". De Mita defendió la es, cuela privada: "Quien no quiere la obligación de la enseñanza de la Religión debería defender al mismo tiempo el principio de la libertad de la escuela, y por tanto de la total igualdad entre escuela pública y privada". La DC lleva años luchando para que el Estado subvencione a las escuelas privadas.
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