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Savater: "El teatro es el único arte político que hay"

El escritor vasco y dirigente de Euskadiko Ezkerra Mario Onaindía y el filósofo Fernando Savater protagonizaron el pasado miércoles un debate sobre teatro y sociedad en el que ambos defendieron la tesis lanzada por Savater en el sentido de considerar al teatro como una manifestación esencialmente política: "Es el único arte político que hay". En estas fechas se representan en los teatros del Círculo de Bellas Artes las obras Grande Place, de Mario Onaindía, y Último desembarco, de Savater.

El profesor y teórico teatral Ángel Berenguer, que moderó el debate, presentó a los invitados como claros representantes de un fenómeno que siempre se da en el teatro. "Me refiero", apuntó Berenguer, "al teatro como representación de una idea que sobre un escenario puede encontrar una formulación que no se puede encontrar en otros parámetros de la vida pública".En el debate se hizo referencia a la hora de defender el teatro como manifestación política, a la tesis de la filósofa alemana Hannah Arendt, que en su libro La condición humana define el tearo como "el arte político por excelencia. Sólo en él se traspone en arte la esfera política de la vida humana; por el mismo motivo, es el único arte cuyo solo teina es el hombre en su relación con los demás".

La despolitización del teatro se relacionó íntimamente con la pérdida de capacidad de escuchar que hay, no en los espectadores, sino en los ciudadanos.

Mario Onaindía comentó quejumbroso y con ironía cómo a pesar de su licenciatura en filología inglesa, sus estudios en filosofía y filología hispánica y sus cinco novelas la gente sigue preguntándole qué le sugiere a él las palabras ETA, Guardia Civil, bombas, muerte, cárcel... "Para mi perdición, además de tener que hablar de ésas cosas como político tengo que hablar de ellas cuando me muevo en el terreno del teatro".

El propio caos

Onaindía expuso, cercano a los planteamientos de Savater, cómo tanto él como otras personas en el País Vasco habían llegado al convencimiento de que el discurso político explicaba muy poco de la conducta de la gente: "En 39 años yo no he logrado comprender el problema del País Vasco. Tanto en esta obra como en mis otras novelas no he hecho más que transmitir mi propia confusión y mi propio caos a través del personaje de una mujer que para mí es un caso admirable, y que trato de demostrar que es posible la resistencia a la tradición y Grande Place también es fruto de la falta de ideas que expliquen absolutamente todo, falta de un sistema, de una ideología acabada y por tanto intento reflejar esa falta de rigor ideológico que se produce en la sociedad que me ha tocado vivir".Berenguer analizó aspectos del teatro de ambos autores: "La definición que recibe el teatro de Savater como filosófico es incorrecta, ya que el teatro filosófico no existe este sería un teatro de tesis que intenta desarrollar un punto filosófico". En cuanto al teatro de Onaindia apuntó :"Es histórico, pero no sólo como podría serlo el teatro brechtiano -preocupado por la búsqueda de las causas de los problemas-, sino un teatro histórico en el que Onaindía se atiene a las consecuencias". Berenguer analizó como aspectos comunes entre el teatro de Savater y el de Onaindía el hecho de que ambos se plantean en un momento de la historia de España en el que el teatro no tiene la necesidad de abordar problemas sociales. "Ambos autores se presentan haciendo una propuesta ética", comentó Berenguer, "y por tanto una postura individual, no se hacen juicios de valor sobre las causas, que están ampliamente juzgadas en el terreno de la moral pública, así mismo en ninguna de las dos obras se presentan opciones paralelas, condenando o aprobando las alternativas con las que estén o no de acuerdo".

Savater, en su exposición, desafió públicamente a que alguien le definiera qué es el teatro: "No existe tal definición. Tan sólo unos criterios sobre carpintería teatral que ni siquiera sirven para todos".

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