Shevardnadze firma con Brasil acuerdos de cooperacion económica y cultural
El ministro de Asuntos Exteriores soviético, Edvard Shevardnadze, firmó ayer con su homólogo brasileño, Roberto de Abreu Sodre, una serie de acuerdos de cooperación económica y cultural a medio y largo plazo entre Brasil y la URSS. El objetivo principal de los acuerdos económicos es reactivar el comercio entre los dos países, que en 1977 -en pleno régimen militar brasileño- llegó a 1.000 millones de dólares y, que en el año pasado no superó los 210 millones; de dólares.
La formación de empresas con capital mixto soviético-brasileño centró las conversaciones. Shevardnadze recordó a sus anfitriones brasileños que existe al menos un caso de asociación de capitales de los dos países con buenos resultados en Angola, donde el Gobierno soviético se unió a la constructora privada brasileña Norberto Oderbrecht para construir, la central hidroeléctrica de Kapanda.La intención de Moscú es acercarse al equilibrio en la balanza comercial entre Brasil y la Union Soviética. En los últimos 10 años, pese a la caída de los intercambios, Brasil logró acumular un superávit de casi 3.000 millones de dólares en su comercio con la URSS.
Shevardnadze hizo gala en Brasilia de un excelente humor y sorprendió a sus interlocutores al intercambiar opiniones sinceras sobre temas muy diversos. El ministro dijo que su Gobierno está decidido a retirar sus tropas de Afganistán, pero aclaró que "todo depende ahora del desarrollo de un proceso de conciliación democrática, que implicará el pluripartidismo, incluso con la existencia de partidos burgueses-.
El ministro soviético no pudo eludir las comparaciones entre el proceso de normalización democrática intentado en Brasil y la perestroika soviética. "La democratización es un proceso continuo, que no puede admitir límites", afirmó.
Shevardhadze no se inmutó cuando, en una recepción ofrecida por la cancillería brasileña en la noche del lunes, los músicos tocaron una y otra vez el Tema de Lara, de la película Doctor Zhivago, de tono netamente anticomunista, y basada en la novela de un autor, Boris Pasternak, por muchos años prohibido en su país. Tampoco perdió el buen humor cuando, en una visita al Senado el martes, quedó atrapado en el ascensor que le llevaba a la salida. Al cabo de 10 minutos, ayudado por el cuerpo de seguridad del Senado, salió de la cabina saludando a los periodistas y afirmando que aprovechó el incidente para "tranquilas conversaciones, sumamente secretas, con sus anfitriones".
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