Plenitud del 'cine negro'

Hay quienes identifican el comienzo de la etapa de madurez del cine negro de Hollywood con el estreno de El halcón maltés, tercera versión de la famosa novela de Dashiell Hammett. No les falta razón.La película fue encargada por los estudios Warner a un principiante llamado John Huston, que en el año 1940 era un actor secundario de escaso éxito y un guionista que, pese a su juventud, ya tenía detrás una notable carrera de escritor de cine en importantes filmes de Anatole Litvak, William Wyler, Raoul Walsh, William Dieterle y Howard Hawks.

Él mismo se encargó de formalizar el guión -que le salió perfecto- de El halcón maltés y, como todo primerizo en la dirección, se esmeró en la tarea hasta bordear el perfeccionismo. Una vez escrito el guión dibujó plano a plano la película y planificó las secuencias calculando y fijando hasta el menor movimiento de la cámara.

Luchó por lograr el reparto que quería, y cuando George Raft -que se iba a encargar, con disgusto de Huston, del personaje de Sam Spade- renunció a participar en el filme, Huston se esforzó y consiguió que fuera sustituido por Humphrey Bogart, que por entonces era todavía un actor poco apreciado, pero que ya había interpretado algunos filmes memorables, como Juntos hasta la muerte, de Walsh, con guión de Huston. Viéndole trabajar en ese filme, Huston intuyó su talento.

La película salió perfecta. El reparto, encabezado por Bogart y seguido éste de cerca por Sidney Greenstreet, Peter Lorre, Mary Astor y Elisha Cook, es insuperable, y hoy es parte de la buena mitología del cine. El ajuste entre el juego de los actores y el de la cámara es tal que -basta un ejemplo- en un solo plano, en el despacho de Spade, hay 26 movimientos de cámara, y la impresión dominante es de inmovilidad de la lente.

No tiene El halcón maltés el estremecimiento y el dolor de La jungla de asfalto, la otra gran película negra de Huston y su obra más profunda. La matemática perfección de El halcón maltés tiene algo de un mecanismo exacto y algo frío. Pero en lo esencial es un filme de genio, una obra cumbre del mejor estilo del Hollywood clásico y un filme de visión -y de continua revisión, pues en cada nueva contemplación el espectador extrae ángulos de visión hasta entonces inéditos- obligatoria para quienes amen el cine.